Irónico, Mario Varela, ministro de los pobres, solo experimentó riqueza a su paso por la función pública. Sus años dorados para la fortuna coinciden con su época de gobernador, período en el que “enchufó” una “compra de oro” a los contribuyentes. Su mísero currículum lo apuró para ser uno de los primeros en formar fila por la candidatura de Hugo Velázquez para el 2023.

El titular del Ministerio de Desarrollo Social (MDS), Mario Varela, quien ahora está en una intensa campaña por la candidatura del vicepresidente Hugo Veláz­quez, con miras a las elecciones del 2023, es un dichoso de las finanzas, que sus recetas de la fortuna pudiera compartir con los más vulnerables a quienes debe atender como responsa­ble de la cartera antipobreza.

Los pobres pasan desaperci­bidos, al parecer, ya que, sin ningún tipo de disimulo, el ministro que, en su época como gobernador de Caaguazú, adquirió la famosa “miel de oro”, expresa su apoyo y res­paldo a Hugo Velázquez sin inmutarse por el fuerte cues­tionamiento en redes sociales por hacer proselitismo siendo el titular de una cartera tan sensible como es el MDS.

Desde su época como goberna­dor hasta ahora, el patrimonio de Varela ascendió estrepitosa­mente, y evidentemente esta campaña a favor de Velázquez busca garantizar su acomodo en el equipo del “Toro”.

En la declaración jurada del 2013, época en la que Varela era gobernador de Caaguazú, tenía un patrimonio de G. 311.395.635 y tenía apenas un inmueble en Coronel Oviedo, tasado en G. 30.000.000. Ade­más de esto, declaró cuatro automóviles que totalizan un valor de G. 240.000.000.

Entre los automóviles apa­rece una Toyota Fortuner año 2008, valuada en G. 200.000.000, una Toyota Corolla año 2003, cuyo valor asciende a G. 40.000.000. Es importante mencionar que en la declaración jurada aparecen otros dos automó­viles, ambos Toyota Corolla años 1995 y 2001, respecti­vamente, de los cuales no se especifica su valor.

Para el 2018, año en que el ministro de la “miel de oro” asumió como titular del MDS, la situación económica de Varela ya lo convirtió en un político magnate con una for­tuna y patrimonio realmente envidiable.

De tener G. 311 millones, Varela pasó a administrar G. 996.039.751, numerosos inmuebles tasados en millones de guaraníes así como también varios vehículos. Fueron cinco años dorados en su economía en tiempos de gobernador.

Un total de nueve inmuebles, todos ubicados en Coronel Oviedo, están valuados en G. 250.000.000. Varela man­tiene su flota de cinco vehícu­los, pero el valor de los mismos se duplicó y ahora ascienden a G. 440.000.000.

Una Toyota RAV 4 del año 2017, una camioneta Toyota Land Cruiser del 2015, que tienen un valor de G. 160.000.000 y G. 280.000.000, respecti­vamente. Así también, tiene declarados tres automóviles marca Toyota, una Fortuner y dos Corolla cuyos valores no están detallados en la declara­ción jurada.

Las luces en la economía de Varela son contrarias a las som­bras que arrastra en su currí­culum, principalmente como administrador en Caaguazú y en la cartera de Desarrollo Social. En el 2013, su insisten­cia para ejecutar la construc­ción de un teatro en la plaza Bartolomé Aquino ocasionó la pérdida de G. 1.700 millones a la gobernación.

En el 2015 y 2016, Varela se hizo conocido por comprar miel de abeja a precio “de oro”, cada litro de miel costó G. 227.360 cuando el precio del producto en el mercado oscilaba entre G. 30.000 y G. 50.000.

El entonces gobernador hasta tuvo la desfachatez de defen­der dicha adquisición, que por cierto se hizo de un proveedor denominado Gerardo Enrique Garcete Sander, quien hasta ese momento nunca antes ven­dió nada al Estado. En apenas dos años, el proveedor de la “miel de oro” facturó en a la Gobernación de Caaguazú G. 2.854 millones.

Su administración en el MDS también ya fue objeto de audi­toría para la Contraloría Gene­ral de la República (CGR), órgano que constató inconsis­tencias administrativas por US$ 10 millones, la falta de registros contables en progra­mas como Tekoha y otras cuen­tas generaron este millonario perjuicio al ministerio.

// La Nación