KATTYA GONZALEZ. PRESIDENTA DE LA COORDINADORA DE ABOGADOS DEL PARAGUAY.
    Por: Kattya González, Presidente de la Coordinadora de Abogados del Paraguay.

 

Le enseñaron a callar, a atragantarse de amargura, vergüenza y dolor. Las palabras de su madre le estallaron 36 veces antes de perder la conciencia, antes que el dolor de cada herida de puñal ya no duela: _ “Pea ningo vyresa che memby[1]. El matrimonio es sagrado, tenés que aguantarle a tu marido, no le busques y ya le va a pasar;  le repetía tras cada golpiza su progenitora con la inocencia y el convencimiento de esa sub-especie de mentira que de tanto repetirse se convierte en una verdad.

Pedro le pegó desde siempre; llevaban juntos diez años y María ya había parido a su noveno hijo, su nombre es Juan y nació tres lunas antes, era un bebé menudito y triste, llevaba el estigma de un matrimonio teñido de gritos, sollozos, incomprensión y rabia contenida ante una sociedad hipócrita, que vive de apariencias, de una iglesia donde la mujer debe someterse al marido y soportar siempre, soportar todo. En el barrio, desde los compañeritos de escuela de los hijos de la infeliz pareja, pasando por los vecinos (testigos cotidianos de los gritos y golpes), el dueño del almacén de la esquina, la presidenta de la comisión vecinal pro-capilla hasta el propio sacerdote, sabían que Pedro la golpeaba seguido, la maltrataba a diario,  pero la consigna social es no involucrarse en problemas conyugales, pues  “katuete, ñase vaí”[2] .

El martirio de María, no es una realidad aislada en Paraguay; las estadísticas de organizaciones que luchan por la vigencia de los derechos humanos destacan que cada 5 días una mujer o niña es violada, cada 9 una de ellas es asesinada por razones de género y cada 7  una corre peligro de vida por el sólo hecho de ser mujer, por vivir oprimida cultural y económicamente a merced de hombres abusadores y un estado indiferente que por demasiado tiempo justificó con su omisión la violencia de género.

Desde el año 2007 tímidamente se instaló a nivel político el debate sobre la situación de desprotección y vulnerabilidad de la mujer. Los sectores retardatarios de una sociedad tramoyista, desviaron por 9 años el tratamiento de la cuestión de fondo, perdiéndose en la periferia de la discusión dando rienda suelta al barullo, la mediocridad, el morbo, la  ignorancia con planteamientos de todo tipo, tales como si en el proyecto se sugiere tratar como “mujeres” a las transexuales, si el aborto y el matrimonio igualitario vendrían de la mano y así por delante, sin embargo, en el año 2016 tras la presión de activistas sociales y campañas creativas fue estudiada y sancionada a nivel parlamentario la Ley «De protección integral a las mujeres contra toda forma de violencia«.

El total de víctimas que pagaron con sus vidas la hipocresía política, social y cultural en estos 9 años de idas y vueltas, de justificaciones miserables e intervenciones estúpidas  encabezadas por parlamentarios, autoridades y miembros de los distintos cultos y religiones,  fue de 325.

Hoy, el camino es más corto y únicamente falta la firma del Ejecutivo para poner en marcha el primer paso hacia el re-aprendizaje de todos y cada uno de los ciudadanos paraguayos, en especial, los funcionarios públicos que hasta ahora permiten, en muchos Juzgados de Paz, que la propia víctima de violencia doméstica sea la que entregue a su agresor la orden de alejamiento o la expulsión del hogar conyugal.

Un pequeño paso para nuestro orden jurídico, que significa el inicio de un largo proceso que permitirá desamarrarnos de una cultura de violencia de género, justificada, casi siempre,  por el entorno de la víctima.

La ley aprobada en el Parlamento, que espera impaciente la firma de un Presidente trasnochado de reelección y poder, introduce la figura del feminicidio la cual se tipifica como crimen autónomo, con una expectativa de pena privativa de libertad de 10 a 30 años, además, elimina la instancia de conciliación obligatoria que hasta hoy día constriñe a las víctimas a tratar con el victimario antes de proseguir con los trámites de punición. Los servicios integrales de prevención y atención extensiva a los hijos de la mujer en situación de violencia y personas dependientes en condiciones de riesgo, serán – de implementarse- muy efectivos a la hora de animar a las mujeres a denunciar la violencia de género.

Esta ley trae esperanza y con la voz erguida de dignidad, canta con la pluma inmaculada de  Gioconda Belli “ …Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos donde el agua de nuestros ojos se hace lodo; arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos, de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir. Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres. Queremos flores hoy. Cuánto nos corresponde. El jardín del que nos expulsaron

 

 

[1] Es una insignificancia, mi hija

[2] Sin falta, salimos mal