“Para cada persona el respeto se interpreta de manera diferente, ante este desafío nuestra solución ha sido música 0.0”, publicó días atrás, en redes sociales, la administración del balneario Reposo del Yhaguy, de Itacurubí de la Cordillera.

Oscar Montaña, dueño del local que cuenta con cabañas y área de camping, indicó que la lucha diaria es evitar la polución sonora y que, a veces, ni los 20 carteles colocados frenan a los barullentos.

Comentó que hace 15 días tuvieron a un grupo de clientes que armó guyryry por la prohibición de ruidos fuertes. “Casi nos pegan a todos, incluidos los funcionarios”, dijo a EXTRA.

Después de eso adoptaron la medida de revisar los bolsones y no dejar pasar parlantes, sea cual fuere el tipo o el tamaño.

Solamente se permite escuchar música con celulares o tocar algún instrumento musical acústico, sin amplificador.

Desde el comienzo

Montaña indicó que, aunque cada vez más la gente es consciente con el respeto al medio ambiente y la buena convivencia, no faltan los desubicados, que suelen ser los que van por primera vez al lugar y se encuentran con que no pueden hacer barullo.

“Nosotros abrimos en la pandemia y el primer día ya corté (con la música todo volumen) porque vi que no iba a funcionar”, expresó. “Hay mucha vida silvestre, gran cantidad de pájaros y cuidamos mucho el tema de las basuras; tenemos menos clientes pero son de calidad”, añadió.

Otros lugares así

El sector VIP de la playa Pirayú en Carmen del Paraná también limita los ruidos altos, por eso se cobra “por la tranquilidad”, habían informado.

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