Autorizan a jugar incluso a jugadores asintomáticos que han dado positivo de coronavirus

Este martes reinicia la Copa Libertadores, un torneo prolífico en anécdotas. A la extravagancia de que River-Boca definieran la edición 2018 en España, se sumarán nuevas singularidades, producto de las restricciones de la lucha contra la covid-19 en Sudamérica. Por ejemplo, un director técnico varado por el cierre de decenas de aeropuertos dirigirá este miércoles a sus jugadores a 8.230 kilómetros del campo de juego.

“Pedimos autorización a la Conmebol para contar con un dispositivo electrónico en la banca. Todavía no nos autorizaron pero la idea es tener una notebook con el Zoom abierto y una persona del cuerpo técnico que me mire a mí, que voy a estar en mi casa, también en línea con el WhatsApp”, explica el argentino Martín Brignani, entrenador de Estudiantes de Mérida, uno de los dos clubes venezolanos que participan en la Copa.

Brignani seguirá desde Mar del Plata, Argentina, el partido que su equipo jugará en el otro extremo del subcontinente ante Alianza Lima de Perú, uno de los 16 encuentros con los que la Copa regresará esta semana después de 187 días. El torneo que marca el pulso futbolístico de Sudamérica quedó paralizado el 12 de marzo cuando todavía no se había completado la mitad de la primera fase de la edición 2020.

“El club me autorizó a volver a mi país en un vuelo de repatriación en mayo, pero nadie suponía que pasaría esto. Desde entonces no puedo volver a Venezuela. Pasé por todas las sensaciones y ahora ya directamente me río”, desdramatiza el técnico ante una situación que, más allá de lo estrafalario en lo deportivo, despierta incertidumbre y hasta repudio en lo sanitario: un club de Paraguay acusó este lunes a las autoridades de su país de ignorar los protocolos de la Conmebol y adelantó que iniciará acciones legales.

En tiempos de fronteras cerradas, los pasos limítrofes se abrirán para los clubes y los 10 países participantes recibirán la visita de equipos extranjeros. La Copa se reanudará este martes con cuatro partidos en diferentes países, Colo Colo-Peñarol en Chile, Wilstermann-Athletico Paranaense en Bolivia, Santos-Olimpia en Brasil y Binacional-Liga de Quito en Perú. La acción seguirá con cinco partidos este miércoles y siete este jueves, y se repetirá la próxima semana con otros 16 juegos.

La Conmebol, que ya cobró el dinero de la televisión y la giró a los clubes participantes, está decidida a llevar adelante la Copa. A los 500 millones de dólares que mueve el torneo anualmente no parecen vencerlos ni el peor momento de la pandemia en Sudamérica: la Libertadores se reanuda en el corazón de la covid-19.

De los 29.303.757 casos registrados en el mundo hasta este martes por la mañana, según las estadísticas de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, cinco de los 11 países con mayor cantidad de infectados son Brasil, Perú, Colombia, Argentina y Chile. Ecuador no figura en esa lista pero sí entre las 15 naciones con mayor cantidad de muertos. Sólo en la región de São Pablo, en donde juegan tres equipos de la edición 2020 de la Copa (Palmeiras, Santos y San Pablo), hay 893.349 infectados.

Acorde a los requisitos de la Conmebol, los clubes realizaron testeos previos a la competencia y algunos resultados fueron, como mínimo, desalentadores: Boca registró 18 casos positivos en su plantel. Sin embargo, en un inesperado giro, las autoridades sanitarias de Paraguay, sede de la Conmebol, autorizaron este lunes a que los futbolistas del equipo argentino que dieron positivo -si no presentan síntomas y permanecieron aislados los últimos 14 días- también puedan viajar a Asunción para enfrentar el jueves a Libertad.

Guillermo Sequera, director de vigilancia de Salud en Paraguay, sede de la Conmebol, explicó la nueva modalidad: “El médico de Boca tendrá que firmar que sus jugadores no contagian. La semana que viene nos daremos cuenta si hay un brote en los futbolistas de Libertad. En ese caso deberá pagar Boca”. Mientras el técnico del equipo argentino, Miguel Russo -de 64 años, considerado paciente de riesgo-, se quedará en su país, Libertad reaccionó con furia. “Vienen extranjeros con test positivo y pueden jugar, estamos todos locos”, estalló Rubén Di Tore, presidente del club paraguayo. Mediante un comunicado dirigido a las autoridades de su país, Libertad adelantó además que iniciará acciones legales “a fin de salvaguardar la salud” y manifestó su “total indignación, repudio y absoluta preocupación”.

En su acelerada flexibilización de reglas para concretar el regreso de la Copa -y tratar de que el torneo llegue con vida hasta la final, prevista para enero de 2021- , la dirigencia amplió además dos veces la lista de deportistas permitidos. Al cupo habitual de 30 jugadores que debe presentar cada club, la Conmebol le sumó en agosto una licencia extra de diez futbolistas, para llegar hasta 40, y este domingo volvió a agregarle 10 más, hasta completar 50. “Pero ésa es una movida que sólo puede beneficiar a los clubes grandes -dice Brignani, el técnico argentino que dirigirá a Estudiantes de Mérida por Zoom y Whatsapp-. Sólo pueden ser sumados profesionales y nosotros apenas tenemos 21”.

En tres países de los 10 participantes, Argentina, Venezuela y Bolivia, aún no se reanudaron las competiciones locales, por lo que se supone que sus equipos tendrán desventaja. Los clubes argentinos, entre ellos River, campeón en 2018 y subcampeón en 2019, ni siquiera pudieron jugar amistosos de preparación por lo que este jueves saldrán al campo de juego por primera vez después de seis meses.

Lógicamente sin público en los estadios, la Conmebol autoriza a que 276 personas se dividan en tres zonas de las tribunas: áreas de competición, puertas del recinto y zona de TV. Los futbolistas no podrán intercambiar camisetas rivales una vez terminado el partido ni los capitanes están autorizados a intercambiar los banderines en la previa.

Los clubes que no se presenten perderán los puntos.

// El País