Esta condición crónica afecta incluso a los niños. Lo bueno es que se puede rever con hábitos saludables.

La obesidad se define como el exceso de grasa corporal total en relación con el peso corporal. Es una condición crónica, no transmisible, que genera al mismo tiempo otras enfermedades. Con la práctica de hábitos saludables se puede prevenir la obesidad.

Esta enfermedad en la niñez produce daño al organismo y se constituye un factor de riesgo para enfermedades crónicas no transmisibles en la vida adulta, que pueden aparecer incluso a edades más tempranas, dando lugar a la hipertensión, diabetes, enfermedades respiratorias y otras. La obesidad infantil se asocia asimismo con una mayor probabilidad de muerte prematura y discapacidad en la edad adulta.

La buena noticia es que el sobrepeso y la obesidad son en gran medida prevenibles. Los entornos, las escuelas, las familias y las comunidades son fundamentales, pues condicionan las decisiones de los padres y los niños y pueden hacer que los alimentos más saludables y la actividad física regular sean la opción más sencilla (accesible, disponible y asequible), previniendo, así, la obesidad.

Para prevenir obesidad infantil, OMS recomienda, en lactantes y niños pequeños:

• El inicio inmediato de la lactancia materna durante la primera hora de vida.

• La lactancia exclusivamente materna durante los 6 primeros meses de vida.

• La introducción de alimentos (sólidos) complementarios nutricionalmente adecuados e inocuos a los 6 meses, manteniendo al mismo tiempo la lactancia materna hasta los 2 años o más.

Los alimentos complementarios deben ser ricos en nutrientes y deben tomarse en cantidades adecuadas. A los 6 meses, deben introducirse en pequeñas cantidades, que aumentarán gradualmente a medida que el niño crezca.

Los niños pequeños han de tener una alimentación variada que incluya alimentos como la carne, las aves, el pescado o los huevos, que deben consumir tan a menudo como sea posible.

La comida del niño puede prepararse especialmente para él o bien a partir de los alimentos que se preparen para la familia, con algunas modificaciones. Deben evitarse alimentos complementarios ricos en grasas, azúcar y sal.

En niños en edad escolar y adolescentes:

• Limitar la ingesta energética procedente de grasas y azúcares.

• Aumentar el consumo de frutas y verduras (5 porciones al día), así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos.

• Realizar actividad física con regularidad, unos 60 minutos al día.