«Es duro cuando a tu bebé le falta el aire, da mucho miedo», confiesa Katia Verbina fijando una máscara de oxígeno en el rostro de su hijo, víctima de la nueva ola del covid-19 que azota severamente a Ucrania.

Micha, de tres meses de edad, ya ha pasado diez días en el hospital pediátrico para enfermedades infecciosas de Kiev a causa de una neumonía. Su madre, de 29 años, está angustiada y dice que perdió siete kilos.

Reservado para los niños con coronavirus, este establecimiento de 100 camas observa una afluencia creciente de jóvenes pacientes con graves problemas respiratorios.

En primavera, «un tercio de los enfermos necesitaban oxígeno, hoy son dos tercios», constata Vitali Ievtouchenko, un infectólogo de 49 años. Porque la nueva ola, que comenzó este otoño boreal, se debe a la variante Delta más contagiosa y, según los médicos, más peligrosa para los niños.

Además, se ha visto favorecida por una vacunación a la zaga en un país, entre los más pobres de Europa, con un sistema de salud deficiente.

Con 769 muertos, esta exrepública soviética figuraba el miércoles entre los tres países del mundo que registraron más muertes en sus últimos balances diarios, detrás de Estados Unidos y Rusia.

La nueva ola también causó las primeras muertes del covid-19 entre los pacientes del hospital pediátrico: dos bebés y un niño discapacitado de ocho años. «El tratamiento no funcionó», señala Alina Riazanskykh, de 32 años, jefa de la unidad de reanimación.

El gobierno abriga la esperanza de que se acelere la vacunación para contener la epidemia.

– ¿Vacunar a los niños? –

Si bien cada vez más personas se hacen vacunar, en particular debido a las restricciones impuestas a los no vacunados, hasta la fecha menos de un tercio de los adultos ucranianos han recibido ambas dosis. En este contexto, el presidente Volodimir Zelenski anunció el lunes el próximo pago de unos 40 dólares a los vacunados.

«Es una práctica normal, respetuosa de la gente», estima el doctor Ievtouchenko, que también aboga por la vacunación de los niños. Desde hace un mes está autorizada en Ucrania para los menores de 12 a 17 años con Pfizer/BioNTech. Pero, hasta la fecha, sólo unos 30.000 niños han recibido al menos una dosis, informó a la AFP el ministerio de Salud.

Sasha Voïtenko, de 23 años, madre de una niña hospitalizada, planea vacunarse «rápidamente» después de que salga del hospital con su hija Eva, de un mes de edad. Pero la idea de inmunizar a los niños sigue siendo poco popular.

Oksana Potapchuk, una manicura de 32 años, ella misma vacunada contra el coronavirus, está desde hace tres días en el hospital con su hijo Román, un niño de ocho años, irritado por su máscara de oxígeno y los constantes exámenes de sangre. Para ella, su hija mayor, de 12 años, no recibirá ninguna dosis. «No he visto estudios fiables sobre estas vacunas», explica la joven.

Por su parte, Lilia Gorodskykh, cuyo hijo de 2 años está en reanimación con pleuritis, es una de las pocas madres pro-vacunas. «Probablemente lo vacunen», si llega a ser elegible, afirma esta maestra de 27 años, consolando a su hijo en lágrimas.

De los 3,3 millones de casos de infección por coronavirus registrados en Ucrania desde la primavera de 2020, casi 180.000 casos -de los cuales 288 fueron mortales- afectaron a menores.

Para frenar la propagación del virus entre los niños, el ayuntamiento de Kiev ordenó el cierre de las escuelas a principios de noviembre, provocando la cólera de muchos padres. Pero los médicos se felicitan por ello. «Vemos la diferencia», subraya Riazanskykh, cuya unidad de reanimación cuenta hoy en día con un solo paciente por cada seis camas, cuando la semana pasada todas estaban ocupadas.

La directora del hospital, Tetiana Kaminska, está preocupada por la reapertura de las escuelas anunciada para el lunes. «Veremos qué ocurre en una semana. Muy probablemente habrá otro brote», lamenta.

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