Domingo Estigarribia es jefe coordinador de camilleros del Hospital Nacional de Itauguá (HNI), donde entró cuando tenía 18 años y tras un largo camino recorrido en la institución, tiene casi 26 años de antigüedad y asegura que siempre trata de ayudar.
“Estoy encargado de los camilleros de la parte de urgencias adultos que cubre prácticamente todo el hospital y son 17 personales. También de los que están en el modular respiratorio que son 21 funcionarios”, empezó contando a La Nación.
Dijo que el horario en su caso es de 24 horas porque están a su cargo todos los turnos de los camilleros y tiene que estar pendiente. “Entro a las 7:00 hasta las 13:00 pero cualquier problemita que hay me llaman y me voy de nuevo, al llamado estoy y mi casa gracias a Dios no es lejos del hospital”, expresó
En cuanto al trabajo en pandemia, confesó que antes era más relajado el movimiento de gente y que ahora se trabaja más. “Es más pesado, te puedo asegurar que 10 veces más que antes. Años atrás, prácticamente era relax el servicio pero ahora no hay descanso”, apuntó.
Lo más difícil
Sostuvo que lo más difícil es cuando le ve a la gente que no tiene recursos. “Esas cosas te duelen. Acá tenemos lleno, prácticamente hospital COVID ya es, no es modular nomás. En ese sentido, eso te pesa. De alguna forma ves que tenés que solucionar y ayudarle a la gente porque jodido es. Acá vienen prácticamente de todo el país”, subrayó.
Señaló que en el área respiratorio, la situación está “hendy”. El recorrido inicia con el camillero que está en primera línea que está cubriendo la carpa que está al costado de la caseta en la entrada del hospital que depende de la urgencias adultos respiratorio. “Ahí le tengo a un camillero exclusivo en cada turno que se divide de 7:00 a 13:00, 13:00 a 19:00 y de 19:00 hasta el día siguiente (12 horas). Ingresa el paciente y se le ve si es para urgencias adultos o si es para modular respiratorio. En la parte de modular tengo 21 camilleros que se dividen 3 por turno. Ahí es otro mundo”, afirmó.
En el caso de haber algún problema o si faltan insumos le llaman. Domingo tiene lo necesario para el trabajo diario en el depósito que es exclusivo para los camilleros. “Tengo que surtirles con guantes, alcohol, batas, gorra, botas, estoy pendiente 24 horas. Gracias a Dios hasta hoy día yo no tengo problemas en la parte de insumos. Por experiencia, una semana antes ya calculo si es que va a faltar. Veo para fin de semana, si hay feriado, tengo que surtir ya la cantidad que se va a usar”, indicó.
Experiencia fuerte
Una parte dolorosa que deja esta pandemia para Domingo es el fallecimiento de su abuela y su madre en menos de un mes. “Lo que más me impactó en mi lugar de trabajo el año pasado es que prácticamente en un mes, tuve que entregar de la morgue de donde también estoy encargado, a mi abuela y mi mamá”, lamentó.
Del total de los camilleros del modular, 4 tuvieron COVID pero todos se recuperaron bien. Ningún fallecido de los camilleros a su cargo y todos ya recibieron las 2 dosis de la vacuna anti-COVID.
Mencionó además que su esposa es también funcionaria del hospital, es enfermera y se cuidan bien. “Tenemos un hijo y en nuestra casa tenemos 2 baños, uno que está afuera. Tenemos que seguir protocolo y al llegar, antes de entrar a la casa, ya nos bañamos y cambiamos”, agregó.
Habló acerca de la capacitación que hizo con un médico de urgencias adultos y en ese sentido les cuida mucho a su equipo de trabajo. “En cada turno tengo que mirar que se cuiden. Es como una familia para mí. Si se cae uno, se pueden caer 2 o 3 personales porque la contaminación es jodida. Gracias a Dios demasiado bien nos manejamos en el servicio”, resaltó.
//La Nación