Un investigación periodística descubrió que Sergio Rojas Loyola había vuelto a trabajar con menores aunque pesa sobre él una inhabilitación para ello

Durante la mañana de este miércoles 14 de octubre, distintos medios de comunicación chilenos intentaron comunicarse con los encargados de la Escuela Filial de Universidad Católica en la localidad de Santa Ana de Chena, en el municipio de Maipú, cercano a 12 kilómetros de Santiago, para averiguar más sobre alguien que, hasta hace poco tiempo, se desempeñó como entrenador de un grupo de niñas. Sergio Rojas Loyola, de 65 años, encargado de adiestrar a las alumnas de la categoría 14 a 16 años.

Nada sería extraño, si no fuera por el gran detalle de que se trata de un condenado por violación. A Sergio Rojas Loyola, quien recibió una pena de siete años de prisión efectiva el 6 de febrero de 2009, además se le dictó a una medida accesoria, y esta es la inhabilitación para trabajar con menores de edad una vez cumplida la pena por diez años. Fue un escándalo que terminó con su salida, mientras se desarrollaba la investigación que lo descubrió en funciones que no puede ejecutar legalmente.

Rojas cumplió sólo cinco de los siete años que debía permanecer en la cárcel. Por buena conducta accedió a beneficios. Según la investigación desarrollada por un grupo de alumnas de la Universidad Diego Portales de Chile y dirigidas por el periodista, escritor e investigador Rodrigo Fluxá, Rojas continúa aún inhabilitado para trabajar con niñas y niños.

La historia fue destacada por el Centro de Investigación Periodística (CIPER) en su última publicación, levantando inmediatamente la atención de la opinión pública y estalló el escándalo.

La investigación da cuenta de que Sergio Rojas se desempeñaba desde 2016 en esta Escuela de fútbol. Lugar en el que no le pidieron más que su currículum para formalizar el acuerdo laboral. Sin mediar la solicitud de un certificado de antecedentes, es imposible probar, salvo por comentarios, que se trataba de un condenado por violación y que está inhabilitado para ejercer cualquier tipo de trabajo que lo ligue a menores de edad. Se detalla, en el informe periodístico, que Rojas al salir de prisión se acercó a un empresario ligado al fútbol, Miguel Nasur, a quien le pidió ayuda para “volver a empezar”. Sin verse arrepentido, ha declarado entre sus más cercanos que “le hicieron una maldad” y que esta acción “truncó su carrera como entrenador, ya que debería estar actualmente en la Selección Chilena o en un gran club”.

Pero la descripción agrega más antecedentes. Sergio Rojas fue futbolista, pasó por clubes de Argentina, Italia, Inglaterra y Suiza. En su regreso a Chile instaló un bar en la comuna de Ñuñoa, dentro del perímetro de la Región Metropolitana. Muy cerca de su negocio, vivía una niña de 13 años, la que llamó su atención. La edad no fue un impedimento y Rojas la invitó a salir. Él mismo habría declarado, según la investigación “salí con 200 menores de edad”. Más adelante, y con una relación que asumió como formal entre la menor y él, Rojas empezó un nuevo trabajo como director técnico del Colegio Terra Nova de La Reina. Llegó en 1992 y en 1995 salió de este lugar debido a una denuncia formal de abuso y acoso sexual por parte de una alumna de octavo básico. En ese momento, la niña sólo lo denunció ante la dirección de la escuela.

“Yo no lo eché, él se echó solo”, recuerda Raimundo Ramos, director del Colegio Terranova en esos años. Ramos explica que Rojas nunca tuvo problemas dentro del colegio, era después del horario escolar que él establecía relación con las alumnas. “Les ofrecía el oro y el moro, como hacen todos los pedófilos”, dice.

Al no existir, todavía, una denuncia formal, Rojas no tenía impedimento para moverse con libertad en su ámbito. Se describe como un tipo con desplante y personalidad. No muchos se percataron que su pareja, era una menor de edad. Hablaba de “su mujer” y decía “yo sé que la cosa no es muy racional, muy equilibrada, pero son cosas que se dan”, respecto a la diferencia de 19 años. “Son cosas que pone la sociedad. Yo le gusto, ella me gusta, está bien”, declaraba.

Su retórica, y un desempeño que él mismo se esforzaba por destacar, lo llevaron a convertirse en entrenador de la selección femenina de fútbol. Él mismo comentó que al asumir este puesto, varios le dijeron: “Pusieron al zorro cuidando a las gallinas”, por su fama de “coqueto” y “entrador” con las mujeres.

El equipo tuvo un buen rendimiento en un campeonato al que fueron invitadas en India, “Regresamos con un tercer lugar. Muchas entrevistas, nos invitaron a programas y cocktails. Tuvimos harta difusión”, comenta Ada Cruz, una de las jugadoras de la selección.

Las realizadoras de la investigación, se contactaron con algunas de las seleccionadas, quienes lo recordaron como un sujeto que, periódicamente, sorprendía con frases desubicadas que las incomodaba. “Tenía un trato que no debiese ser el de un líder de una selección deportiva”, declara Alexandra Benado, ex seleccionada nacional. “Mucha cercanía, mucha conversa”, agrega.

Después de años de un comportamiento avalado por la impunidad de sus actos. Quedando como un tipo, a lo más, “demasiado cercano” con niñas. En junio de 2008 se presentó ante la justicia una primera denuncia por violación. El mismo Rojas, sobre la citación para dar su declaración dijo: “Me presenté como a un trámite más”, pero el juez dictó prisión preventiva. El sustento de la acusación contra Rojas consideró dos testimonios claves, una de ellas la niña que lo había denunciado en el colegio Terra Nova de La Reina, y que en ese momento sólo lo había formalizado a la dirección del establecimiento. Lo particular y que sorprendió a muchos fue que la niña llegó a declarar, invitada y convencida por nada menos que la hija de Sergio Rojas, quien la llevó a testificar contra su papá.

En Chile, existe el registro de inhabilidades para condenados por delitos sexuales de menores, y permite saber si una persona está inhabilitada para trabajar con niños por alguna de las causas legisladas, que son: violación, abuso sexual, actos de connotación sexual y producción de pornografía, entre otras. En el caso de Rojas, el empleador no hizo la búsqueda previa, que es pública y a la cual se accede sólo con el número de identificación. En este caso, el violador fue desvinculado de la Escuela de Fútbol, sólo tras desatarse el escándalo por el desarrollo de la investigación periodística. Sin embargo, no se descarta que se presenten nuevas acciones legales por la infracción a la prohibición de trabajar con niños y niñas, que Sergio Rojas no cumplió.

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