Son niños, niñas y adolescentes (de 8 a 17 años) que se encontraban en estado de vulnerabilidad. Algunos eran víctimas de abuso o explotación sexual y otros consumían drogas pesadas.
Derlis (seudónimo), de 16 años, es uno de los dos nativos mbyá guaraní que residen en el Centro de Convivencia Pedagógica Ñemity Jorge Patiño Palacios. Ingresó el año pasado, procedente de Ciudad del Este. Estaba en calle, en estado de abandono y consumido por el crac.
Muy rápido se prendó del oficio de peluquero que aprendió en el centro de formación del Programa de Atención Integral a las Niñas, Niños y Adolescentes que viven en las Calles (Painac).
Derlis se encarga de “peluquearles” a sus compañeros de pieza, e incluso al personal de servicio. Con apagada voz, por la timidez característica de su estirpe, asegura que desea tener una peluquería y así ganarse la vida.
“Yo también quiero ser peluquero”, dice entre risas Juan (seudónimo), de solo 14 años, y exhibe orgulloso el corte que le hizo Derlis. “Cuando sea grande quiero ir al cuartel, quiero ser militar”, antepone.
Él ingresó a Ñemity hace ocho meses, luego de que su padre y su madre cayeran por microtráfico. Juan estuvo en el consumo durante mucho tiempo: crac y marihuana. Piensa hacer el curso de peluquería este año, porque le atrae la maquinita de rapar.
Son 25 los que residen en el centro situado en zona de Reducto, San Lorenzo. Llegan de diferentes partes del país.
Ñemity es el único lugar público donde tratan –de forma sistemática e integral– a menores con problemas de drogas, entre otros casos de vulneración de derechos.
El predio cuenta con cinco casas, cada una con capacidad para ocho ocupantes.
Allí reciben nivelación escolar los que por equis razones dejaron la escuela; practican diferentes actividades deportivas, de esparcimiento y tienen la chance de aprender –a partir de los 15 años– un oficio para tener con qué salir adelante el día de mañana.
Mediante un convenio con el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) se les forma en peluquería, electricidad, corte y confección, plomería, decoración e informática. “Normalmente se los vincula en un ambiente laboral desde acá, con una pasantía articulada con el SNPP, y cuando se van a su casa, lo siguen haciendo con un monitoreo”, indica Jorge Amarilla, director del Painac, que se encarga de la formación y la reinserción de los residentes.
Recuerda que en los primeros años de Ñemity –hace ocho años– sufrieron deserciones de chicos que dejaban el tratamiento. Eso ya no se da, dice, en razón de que superaron deficiencias en los abordajes.
Para llegar allí, primero los menores son derivados al Centro Temporal de Protección (CTP) de Lambaré o a algún otro albergue provisorio del Ministerio de la Niñez. O, en casos graves, los ingresan a la Unidad de Desintoxicación Programada (UDP) del Centro Nacional de Control de Adicciones.
Desde el 5 de noviembre de 2010 hasta hoy, repasa, más de 220 menores fueron reinsertados en la sociedad con un oficio. En 2018, Painac realizó 403 abordajes a nivel país. //UltimaHora