Un trabajador muerto a golpes, la explosión de granada en la boca de una de sus víctimas y el reclutamiento forzado de indígenas son algunas de las muestras de la crueldad del grupo armado.

Uno de los primeros datos que reveló el estudio de las evidencias halladas luego del último enfrentamiento contra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) es que sus miembros fueron los autores de la muerte violencia de un trabajador rural.

Se trata de Daniel Benítez Acosta (51), quien murió en un establecimiento de Bella Vista Norte, el pasado 1 de octubre, días después del secuestro de Óscar Denis.

Los investigadores afirman que ya tenían la información de que el cuerpo del hombre fue hallado con golpes en la cabeza en un descampado de la estancia donde trabajaba, pero que puede ser confirmado a través de una de las evidencias halladas.

Fuentes de la investigación señalan que entre las pertenencias de los abatidos Lucio Silva, Esteban Marín y Rodrigo Argüello se encontró un teléfono celular, que podría haber pertenecido al trabajador fallecido. “Tengo entendido que encontraron el celular del fallecido en una de las mochilas, pero es el Ministerio Público el que debe confirmar esa información”, indicó el teniente coronel Luis Apesteguía, vocero de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC).

La información que tienen los intervinientes es que Benítez Acosta murió de forma cruel, a garrotazos; una de las estrategias del EPP para infundir temor en los pobladores de la zona donde realizan sus recorridos.

CRUEL ASESINATO. Este no es el único caso, en el que los guerrilleros recurren a la violencia extrema para dejar un mensaje de terror.

El caso que aún está en la retina de los pobladores del Norte del país es el cruel asesinato de Eusebia Maíz.

La mujer –según las fuerzas del orden– fue asesinada por sus propios sobrinos, Bernardo Coco y Antonio Ramón Bernal Maíz, en enero del año 2012, en Azote’y, Departamento de Concepción.

El hijo de la mujer, de tan solo 6 años de edad, fue testigo de los hechos y relató que su mamá fue tomada de rehén por unos encapuchados y que luego escuchó estruendos de disparos y una explosión grande. Se trataba de una granada que detonó en la boca de la mujer, a quien condenaron a muerte por supuestamente ser informante de la Policía.

TORTURA. En cuanto a las personas secuestradas, los miembros del EPP recurrieron a la tortura tanto física como sicológica. María Edith Bordón, Fidel Zavala y otros secuestrados detallaron que los insurrectos hacían excavaciones para hacerles creer que los iban a matar.

Hans Lindstron, sobrino de uno de los secuestrados, también reveló que estos eran obligados a realizar trabajos forzosos, cargando mochilas de más de treinta kilos en las largas caminatas.

También se presentó una denuncia en la Fiscalía por reclutamiento de niños y nativos por el grupo armado, llegando incluso a formar una brigada indígena, según afirman los investigadores.

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