El acuerdo permitirá abastecer a América Latina con hasta 250 millones de dosis durante el primer semestre del año que viene
Argentina y México se suben a la primera línea de la lucha contra la pandemia. El presidente argentino, Alberto Fernández, ha anunciado este miércoles desde Buenos Aires que ambos países producirán hasta 250 millones de dosis de la vacuna experimental que la Universidad de Oxford desarrolla junto con el laboratorio británico AstraZeneca. Las dosis estarán listas durante el primer semestre del año que viene. El costo de cada dosis oscilará entre los dos y los cuatro dólares, un precio “de costo”, posible gracias a un acuerdo con la Fundación Slim para el desarrollo del proyecto regional.
La farmacéutica AstraZeneca espera concluir la fase tres de la vacuna a finales de noviembre, lo que permitirá comenzar la producción durante el primer trimestre de 2021, informó Sylvia Varela, presidenta y directora general de AstraZeneca México. La fase tres incluirá la experimentación con 50.000 personas de Inglaterra, Estados Unidos, Sudáfrica y Brasil y una vez concluida se hará el registro sanitario para comenzar la producción en Argentina, que concluirá en México, donde será envasada para su distribución. “Estamos a la vanguardia de este proceso”, ha afirmado el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia de prensa matutina de este jueves.
La vacuna ya se está produciendo a riesgo, porque no se sabe aún su efectividad. Si la vacuna se confirma exitosa, América Latina tendrá garantizada dosis a bajo costo y de producción regional, aseguró Fernández. “Serán distribuidas equitativamente en todos los países, a medida que los Gobiernos lo demanden. La producción latinoamericana va a estar a cargo de Argentina y México. Este acuerdo le permite a América Latina acceder entre seis y 12 meses antes a la vacuna”, dijo Fernández en una rueda de prensa. Más tarde, desde la oficina de prensa de presidencia dijeron que el argentino se había comunicado con su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para “compartir el entusiasmo de encarar de manera conjunta el desarrollo y fabricación de la vacuna”.
El proyecto supone una división regional del trabajo. El laboratorio argentino mAbxience, del grupo Insud, fabricará la sustancia activa de la potencial vacuna. El laboratorio mexicano Liomont completará el proceso de acabado y empaquetado. “Este es un emprendimiento privado que se ha convertido en un proyecto sin fines de lucro. Hay que celebrar la conducta de la empresa y de la Universidad de Oxford, porque están garantizando una vacuna sin buscar beneficios. Los dueños de la vacuna son AstraZeneca y Oxford. Han confiado a Argentina la producción del componente central y a México el resto del proceso”, explicó Fernández. La idea es producir un piso de 150 millones de dosis y un techo de 250 millones. “Los expertos calcularon que América Latina necesita 230 millones de dosis”, dijo el presidente.
Carlos Slim Domit, presidente del Consejo de Administración de Grupo Telmex, dijo este jueves que los acercamientos con la Universidad de Oxford comenzaron hace 10 semanas y que la Fundación Slim logró un acuerdo para financiar la producción y distribución de la vacuna. “La vacuna ha mostrado resultados muy alentadores. Si se aprueba, el apoyo de la fundación permitirá el acceso a la vacuna un año antes de lo previsto”, dijo Slim Domit. Fue en julio pasado cuando esta organización tuvo el primer acercamiento con el Gobierno mexicano para expresar su interés por esta vacuna, durante el viaje de López Obrador a Washington para reunirse con el presidente Donald Trump. El Gobierno mexicano espera invertir hasta 50.000 millones de pesos (unos 2.200 millones de dólares) para garantizar el acceso. “Es realmente algo excepcional, que nos ayuda a mantener la esperanza de que se acabe la incertidumbre y tengamos en el horizonte la posibilidad de una vida mejor”, dijo un optimista López Obrador durante su conferencia matutina.
El caso de Brasil
Brasil queda fuera del programa porque ya tiene su propio acuerdo con la Universidad de Oxford para adquirir 100 millones de dosis, así como la tecnología para producirlas en el país. Con el acuerdo, Brasil asumió los riesgos de la investigación y se comprometió a pagar al menos 30,4 millones de dosis, por un total de 127 millones de dólares. Esta cifra incluye los costos de transferencia de tecnología y el proceso de producción de Fiocruz, el laboratorio brasileño responsable de la fabricación local.
Al mismo tiempo, el Gobierno de São Paulo también firmó un convenio de cooperación con el laboratorio chino Sinovac para la adquisición de otra vacuna, también en fase de pruebas en voluntarios. El Estado de Paraná, en tanto, presentó los primeros documentos para un acuerdo de adquisición de la vacuna rusa, que ha suscitado críticas de la comunidad científica sobre la poca transparencia del proceso de desarrollo, informa Beatriz Jucá desde São Paulo
La vacuna experimental desarrollada por la Universidad de Oxford es una de las más avanzadas y de resultados más esperanzadores. Cada dosis genera una fuerte respuesta inmune sin provocar efectos adversos graves, según los datos de su primer ensayo en humanos, publicados el 20 de julio en la revista médica The Lancet. En las pruebas, que comenzaron en abril, han participado más de 1.000 voluntarios sanos en el Reino Unido. La vacuna, llamada Chadox, también se prueba en Brasil y Sudáfrica.
Su fórmula está elaborada a partir de una versión debilitada de un adenovirus del resfriado común de los chimpancés. El virus está modificado genéticamente para impedir su multiplicación y añadir genes con las instrucciones para fabricar solamente las proteínas de la espícula del coronavirus, que sirven de llave al virus para entrar en las células humanas. Estas proteínas ajenas generadas por la vacuna entrenan al sistema inmune y, según muestran los nuevos resultados, provocan la creación de una doble barrera: a los 14 días, los pacientes desarrollan anticuerpos neutralizantes, que bloquean las partículas extrañas, y a los 28 días crean linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco que destruye las células infectadas. Las primeras pruebas determinaron que lo más probable es que sean necesarias dos dosis.
// El País