Hoy se cumplen 16 años del incendio del Supermercado Ycuá Bolaños, considerada la mayor tragedia civil en la historia del Paraguay, que dejó casi 400 muertos y cientos de heridos y sobrevivientes. El aniversario en el contexto de la pandemia del Covid-19, que también amenaza con cobrar más víctimas, debe llevar al compromiso de extremar acciones para salvar vidas, en memoria de todos los afectados por aquella catástrofe. La dolorosa lección que dejó el 1A aún no fue aprendida ni por las autoridades ni por los empresarios ni por la sociedad en general. Es necesario superar la insensibilidad y el olvido, porque siempre será mejor prevenir antes que llorar muertos.
Hace 16 años, un radiante domingo 1 de agosto de 2004, poco antes del mediodía, el Paraguay se enfrentó a su peor tragedia en toda su historia, excluyendo las dos grandes guerras, la de la Triple Alianza (1854-1870) y la del Chaco (1932-1935).
Ese día, un considerado moderno supermercado en el barrio Trinidad ardió sorpresivamente en llamas, atrapando a miles de personas que se encontraban en su interior. La falta de adecuadas salidas de emergencia y una supuesta orden previa que habrían dado los propietarios de cerrar las puertas en caso de incidentes para evitar que los clientes salgan sin pagar convirtieron al lugar en una verdadera trampa mortal.
El lamentable saldo de casi 400 muertos y centenares de heridos marcó a fuego la conciencia del país, abriendo heridas que aún no acaban de cicatrizar. La Justicia todavía no ha logrado reparar la deuda con las víctimas, que en muchos casos siguen esperando cobrar una indemnización, además de la insatisfacción ante las condenas recibidas por los responsables.
Pero es todavía más grave comprobar que la dolorosa lección que dejó el 1-A aún no fue aprendida ni por las autoridades ni por los empresarios ni por la sociedad en general. Son numerosos los edificios y locales que siguen sin contar con los sistemas adecuados para evacuación ante incendios, según reiteradas denuncias de los cuerpos de bomberos del país.
Actualmente está en construcción un centro cultural y de memoria en el lugar donde estuvo el supermercado incendiado, que conserva partes del edificio original. Será un aporte a la recordación de quienes han perdido la vida, pero principalmente una señal de alerta para el conjunto de la sociedad acerca de cuán importante es valorar y preservar la vida humana por encima del afán de lucro, del culto a lo material. Y una prueba concreta de cuánto puede costar la corrupción, al sobornar a autoridades e inspectores para ignorar leyes y normas de seguridad por ahorrar dinero, poniendo en riesgo la salud y la seguridad de miles de personas.
Este será, además, el primer aniversario del 1-A que se cumple en el contexto de la pandemia del Covid-19, que también está cobrando lamentables víctimas y amenaza con extenderse.
Por ello, en memoria y homenaje a quienes perdieron la vida en aquel siniestro episodio de hace 16 años, corresponde renovar un compromiso con la vida, reclamando a las autoridades y a los responsables del Estado todas las medidas necesarias para luchar contra el coronavirus, extremando acciones y recursos para salvar vidas.
En este mismo sentido, la sociedad debe movilizarse para denunciar y condenar todos los casos ilícitos y delictivos que surjan en torno al uso del dinero público. Así como fue imperdonable que se haya tejido un manto de corrupción que posibilitó la tragedia del Ycuá Bolaños, también debe ser imperdonable que se robe el dinero destinado a sobrellevar la crisis ante la pandemia del Covid-19.
Es necesario superar la insensibilidad y el olvido, porque siempre será mejor prevenir antes que llorar muertos.
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