Según la Organización Mundial de la Salud, los problemas mentales serán en 2030 la principal causa de discapacidad en el mundo.

El suicidio se ha convertido en la principal causa de muerte de los más jóvenes en España, por lo que cientos de familias han salido a las calles para visibilizar y llamar la atención sobre este problema tan estigmatizado como urgente.

El suicidio es una forma de morir doblemente dolorosa. No solo se pierde a un ser querido, sino que además el entorno se siente culpable.

La hija de Valentina Stefan se quitó la vida con solo 16 años. La joven sufría trastornos alimenticios y el confinamiento empeoró su situación. Sin embargo, los médicos decidieron no ingresarla en el hospital y su desenlace fue dramático. 

La madre afectada se lamenta sobre lo ocurrido con su única hija. «Mi vida qué sentido va a tener ahora porque tenía solamente una única hija. Siempre nos preguntamos ‘¿dónde nos hemos equivocado?, ¿qué mal hemos hecho?, ¿por qué le ha tocado a mi hija?’. Hoy me ha tocado a mí, pero mañana le puede tocar a alguien más», reflexiona.

Por otro lado, hay quienes están viendo una luz al final del túnel, un camino arduo y complejo.

Este es el caso de María Ruiz Garrido, paciente de enfermedades mentales. Hace solo unos meses quiso terminar con su sufrimiento, y su trastorno alimenticio la llevó a autolesionarse en numerosas ocasiones.

La joven estuvo ingresada en el hospital y dos meses después acudió a un centro especializado en salud mental, donde se encuentra acompañada las 24 horas del día para que no recaiga.

María asegura que un punto de inflexión de su enfermedad fue verbalizar su problema. «La terapia grupal me ayudó mucho. Ya le pones nombre a tu problema, a tu sufrimiento y también ves que otras personas han pasado por cosas muy similares a las tuyas. Entonces tú dices, ‘si ellos pueden, por qué yo no voy a poder'», comenta.

Sin embargo, la muerte por suicidio aún está llena de estigmas y tabúes. Javier Martin era un reconocido actor cuando decidió contar en los medios de comunicación su trastorno bipolar. En aquel entonces, su intento de suicidio no era común, pero explica que fue reparador dar a conocer su experiencia.

Ahora, Javier dirige una obra de teatro en una asociación para mostrar esta compleja realidad. Dice que no existen recetas mágicas para ayudar a las personas con enfermedades mentales, pero sí algunas guías.  

«Lo primero es escuchar a las personas que sufren algún trastorno mental. Segundo, no juzgar, no quitarle importancia a su problema, aunque sea un problema muy tonto y muy mínimo para esa persona es un mundo».

En este marco, recientemente, el Gobierno de España decidió dar un paso adelante y destinará 100 millones de euros para un plan de acción de salud mental, que incluirá un teléfono gratuito y confidencial de asistencia 24 horas para ofrecer atención profesional y apoyo ante la conducta suicida a personas afectadas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los problemas mentales serán en 2030 la principal causa de discapacidad en el mundo. Una de cada cuatro personas sufre o sufrirá un trastorno mental en su vida.

Muchas de las personas que han intentado suicidarse cuentan cómo vivían atrapados por la desidia, la angustia, con esa incapacidad de ver una solución. Sin embargo, el denominador común de muchos de los que se han recuperado es mandar un mensaje esperanzador: «se puede, se sale». 

Durante la pandemia del covid-19, en España los suicidios aumentaron en un 250 %, sobre todo afectó a los adolescentes, convirtiéndose en el principal motivo de muerte para los más jóvenes. Un hecho sin precedentes. 

Manuel Faraco, director del centro médico de salud mental Adalmed, comenta que estos trastornos «son enfermedades donde necesitamos el apoyo del grupo familiar, del grupo de amigos, del grupo de trabajo». «Tenemos que abrirnos a los demás, apoyarnos en nuestros grupos de referencia y huir de un enfoque meramente individualista que suele ser muy frecuente», subraya.

Al día, unas diez personas se quitan la vida en España. Muchas familias exigen más visibilidad y recursos para reducir el número de suicidios de los menores.

Muertes que no tienen eco en los medios, pero que retumban en cada uno de sus seres queridos hasta el final de sus días.

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