Inicia un nuevo año, pero sin esa algarabía que caracteriza a una nueva etapa, pareciera que las esperanzas están agotadas, pues en el ámbito de la administración pública, vemos las mismas caras, aspirando los mismos intereses, negociando los derechos del pueblo paraguayo entre cuatro paredes, o en medio de una sangrienta guerra por ganar poder, a costa de quien, o quienes… eso no importa.
Entre los temas sonados, como el de Guahory vemos intereses de pescadores de río revuelto disfrazados de lucha social, que buscan su beneficio a costa de la necesidad del semejante, lejos de buscar la paz y el beneficio para los campesinos. Por otro lado, el debate nacional que se centra en la reelección presidencial a puertas de un nuevo escenario electoralista y un año eminentemente político, habiendo temas sumamente importantes que se han postergado por años, y otros urgentes de tratar que son ignorados.
Los recursos públicos, que provienen del bolsillo de los trabajadores acogotados por impuestos, no se retribuyen para convivir en una sociedad que avanza y es organizada, no se invierte honestamente y de la mejor manera, pues se debe recaudar en obras y proyectos con olor a negociado que irán a parar en la financiación de campañas políticas.
Al pagar los impuestos por los servicios públicos como provisión de energía eléctrica, agua potable, impuestos municipales y otras tasas adicionales no estamos satisfechos pues la contrapartida es pésima. Nos preguntamos, para qué abonamos en concepto de Impuesto al Valor Agregado si el estado no nos retribuye en salud o educación, debemos volver a financiar la salud y educación de los hijos y nuestros, es como pagar dos veces por un servicio que no utilizamos.
Por otro lado, al abonar en concepto de peajes, no sentimos frustrados en esta época de viajes, de visitar a los familiares o distenderse unos días conociendo los hermosos lugares de nuestro país que nos regala la naturaleza, pues al recorrer exponemos nuestra vida, nuestra integridad al aventurarnos sobre rutas que son verdaderas trampas mortales.
Parece que resignarnos ante tanta injusticia es lo que queda. Sin embargo, debemos renovar nuestras esperanzas hacia un mejor futuro, demostrar que existe un pueblo que mantiene el amor hacia su patria, y que la quiere firme para que su descendencia habite en ella.
Ser orgullosos de nuestro país, mostrar sus virtudes en todos los ámbitos pero sin cerrar los ojos a la corrupción y a las injusticias.
Debemos reflexionar, conocer la heroica historia de nuestros antepasados, saber que en un tiempo Paraguay fue uno de los países más modernos y con mayor avance tecnológico de Sudamérica, y luchar por alcanzar nuevamente ese objetivo aunque parezca un sueño. Y saber que vendiendo nuestra conciencia, apoyando proyectos políticos de personas inescrupulosas esperando alguna retribución, lo que hacemos es truncar ese paso hacia adelante, es truncar ese sueño de nuestros hijos, de las futuras generaciones que heredarán quizás un Paraguay más devastado y desmembrado aún. Por eso es tiempo de renovar nuestras esperanzas, nuestro compromiso como paraguayos de sangre heroica!