Las multinacionales de la industria farmacéutica se comprometieron este jueves a disponer de una vacuna contra el COVID-19 «en todo el mundo», en un plazo de 12 a 18 meses.
Decenas de ensayos clínicos están en marcha para poner a punto kits de detección menos caros y más precisos, así como un tratamiento o una vacuna capaces de combatir el coronavirus, que ya ha infectado a a más de 217.000 personas y ha dejado más de 9.000 muertos en el mundo, según un conteo de la AFP.
«Haremos todo lo posible para que la vacuna sea accesible a todos los que la necesiten», dijo Paul Stoffels, vicepresidente del comité ejecutivo de Johnson & Johnson.
«Es una promesa que la industria (farmacéutica) hace en conjunto», dijo en el curso de una videoconferencia organizada por la Federación Internacional de Fabricantes Farmacéuticos (IFPMA).
Las formalidades administrativas pueden simplificarse y acelerarse en esta carrera contrarreloj, los recursos no faltan y las asociaciones del sector público y privado permiten diluir el riesgo financiero por las inversiones colosales que exigen la investigación y la producción.
Sin embargo, advierten que tanto productores como autoridades de control no pueden transigir sobre la seguridad de una potencial vacuna, y por tanto no se puede acelerar el calendario de los ensayos clínico y el estudio de los resultados.
«Tenemos tres ejes de trabajo: asegurar la distribución (…), redirigir la tecnología existente (…) y crear nuevos tratamientos, nuevas vacunas, nuevos tests de detección que contribuirán a erradicar el COVID-19», explicó David Ricks, consejero delegado de Eli Lilly and Company y presidente de Ifpma.
Por eso, los industriales estiman que una vacuna podría estar en el mercado en los próximos 12 a 18 meses.
Una vez que la fórmula esté validada por las agencias de regulación, habrá que producir una cantidad suficiente y garantizar el suministro a todo el planeta.
Con el fin de superar los obstáculos a la producción y el transporte, los directivos de los grandes laboratorios han pedido a los Estados que «clasifiquen la industria farmacéutica entre los sectores esenciales» de la actividad del país, y permitan a los trabajadores a desplazarse hasta las plantas.
«Ha habido algunos problemas localmente», dijo David Ricks.
Nunca se ha concebido una vacuna eficaz contra algún miembro de la familia de los coronavirus para los humanos y esto hace que «la mayoría de los programas» de ensayos clínicos que se realizan contra el COVID-19 estén condenados al fracaso, advirtió Rajeev Venkayya, responsable del desarrollo de vacunas del grupo Takeda.
La ventaja en cambio de embarcarse en todo tipo de proyectos es que “algunos lo lograrán”, sostuvo.
Fuente; La Nación