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EDITORIAL

Es necesario que desde el Ministerio de Educación y Ciencias, se replantee una nueva reforma educativa. Los paradigmas en el área pedagógica van cambiando y se actualizan al paso de la tecnología y otros avances sociales, es por ello que no se puede seguir un modelo desfasado sin siquiera corregir errores en ella.

El resultado de este modelo de educación está a la vista; queda en cada lector analizar las falencias actuales de los niños, jóvenes y adolescentes que reciben la instrucción diaria de los docentes. Y no sólo el conocimiento impartido en las escuelas y colegios, sino todo lo que a lo largo de la vida se va absorbiendo del ambiente social en el que nos desenvolvemos y que no sólo constituyen la cultura y su nivel, sino que forman la personalidad y el carácter  de cada ser humano.

Es en la etapa de formación primaria y secundaria, cuando se construyen las bases y cimientos que servirán de sostén a todo que se aprenderá durante el resto de la vida.

Por ese motivo, los docentes y toda la comunidad educativa, hasta el último colaborador de escuelas, colegios e instituciones afines deben tomar conciencia del papel que desempeñan en la vida de cada persona que se va formando y que un día será parte de una nueva familia, activa  de la comunidad, ciudad, país y región. Al paso en que una persona avanza, el mundo entero avanza con ella y viceversa.

El deshonroso y terrible  escenario que se está viviendo en uno de los centros de educación que alberga a más de 2 mil alumnos, convirtiéndose en uno de los más importantes dentro del país que es el Colegio Nacional Dr. Pedro P. Peña, de Coronel Oviedo nos da la pauta de que los encargados de llevar adelante la educación, desde padres, docentes, y representantes pedagógicos y administrativos del MEC, no comprenden su rol en la comunidad, mostrando sólo intereses mezquinos, aunque se quieran ocultar.

Quizás, lo peor de todo esto es que ambos “bandos”, ya que se generó una especie de medición de poder; estarían tratando de utilizar a los alumnos aprovechándose de la percepción positiva que generó la serie de manifestaciones de estudiantes en todo el país. Pero utilizar la lucha de jóvenes que están moldeando su vida, y que necesitan tomar herramientas para su futuro es tan nefasto que aunque no se quiera, se huele a kilómetros. Y en medio de todo uno se pregunta ¿Y la educación?

Esto sin subestimar a los alumnos que tienen una convicción y que actúan de acuerdo a ella.

Sin embargo, una lucha debe ser organizada, con objetivos claros. Así como lo dejó en un mensaje uno de los líderes más importantes del mundo: El Papa Francisco “Jóvenes, armen lío, pero organícense”.

Una lucha de esta magnitud, no puede estar cimentada tampoco sobre sentimientos perversos,  es tan imposible imaginar que nazcan de la frescura de una juventud estudiosa.

Si hay algo que decir es, que la mente en la etapa de formación es como una esponja que absorbe todo lo que existe alrededor, sin embargo, quienes se proyectan como líderes deben saber escoger que tomar, y que volver a exprimir y desechar aprendiendo de errores suyos y ajenos.