Un sacerdote jesuita conjugó la Semana Santa con la chipa y resaltó el fenómeno que genera la preparación “del pan sagrado” en el país. Dijo que más allá de ser un alimento para mitigar el ayuno, se volvió en un motivo de gran unidad para las familias paraguayas.
El padre Hugo Maidana, sacerdote de la Compañía de Jesús y encargado de Pastoral del Colegio Técnico Javier, escribió un artículo donde hace un análisis al respecto y del fenómeno que genera durante la Semana Santa en Paraguay.
El texto se titula La chipa: Fruto de la fe y la cultura, y está publicado en la página de Facebook Paracuaria Litúrgica (Monjes de San José).
“El católico paraguayo no concibe celebrar la Semana Santa sin la chipa”, afirmó en la introducción de su texto.
El religioso es oriundo de Misiones y comentó que también vivió en otros países, donde no vio un fenómeno igual que en esta parte del continente.
Afirmó que el paraguayo ya piensa en la comida de la Semana Santa desde que se inicia la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, “y de un modo particular en la chipa”, disponiéndose a conseguir todos los ingredientes de antemano.
“De esta forma, el tiempo de Cuaresma ya va teniendo sabor a chipa, a ese ‘pan sagrado’ que será el alimento que ayudará sobre todo en los días de ayuno”, expresó el sacerdote.
Sostuvo que todo este movimiento es único y original en la cultura paraguaya durante Semana Santa. “No hay otra fiesta tan impactante y tan fuerte como esta, además de las fiestas de fin de año”, resaltó.
El sacerdote describió que la tradición tiene una riqueza extraordinaria, debido a que toda la familia normalmente se involucra en la preparación, indistintamente, ya sea el Martes Santo, Miércoles Santo o Jueves Santo.
“Todos, desde los más pequeños a los más grandes, tienen su trabajo, su participación. Nunca la familia está tan en torno y centrada en algo como en hacer la chipa. Porque en otros trabajos no se consigue eso, solo en la Semana Santa y solo en torno a la chipa es cuando todo el mundo trabaja. Todos participan”, enfatizó.
Sobre este punto también agregó una curiosidad, que se haga en grandes cantidades para compartir y además repartir, ya sea a familiares, amigos y hasta vecinos; y porque tiene que durar hasta la Pascua.
Calificó este evento como una reciprocidad muy interesante y bella, de contenido profundamente cristiano y quizás guaraní, que logra una gran unidad y comunión familiar.
“Aunque se pretendió solamente mitigar el ayuno (la chipa), sin embargo, fue mucho más allá de lo que se pretendía”, resumió.
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