La alcaldía autorizó, solo entre semana, la presencia de bañistas en la arena y el mar. Permanecían cerradas desde finales de marzo.
Río de Janeiro reabrió este lunes su playas y parques, en momentos en los que la pandemia da tímidas señales de desaceleración en Brasil tras registrar en abril el mes más mortífero desde el inicio de la crisis sanitaria.
La Alcaldía de la “Ciudad Maravillosa” autorizó a partir de este lunes y solo entre semana la presencia de bañistas en la arena y aguas de las playas, que permanecían cerradas desde finales de marzo.
No obstante, centenares de personas abarrotaron el pasado sábado y domingo las icónicas postales de la ciudad, como Ipanema y Copacabana, pese a las restricciones impuestas por las autoridades para contener el virus.
Además de las playas, Río de Janeiro ha dado luz verde a partir de este lunes a la apertura de parques y cascadas, que se suma a la de bares, restaurantes y comercios no esenciales decretada a comienzos de mes.
La nueva fase de la desescalada en Río de Janeiro se produce tras una estabilización de la pandemia en el estado fluminense y una leve reducción de la curva epidemiológica en todo el país, uno de los más afectados del mundo por la pandemia.
Tras varios trágicos récords consecutivos a lo largo de abril, el mes más letal de la emergencia sanitaria, el número de casos de coronavirus cayó por tercera semana consecutiva, mientras que el de muertes lo hizo por segunda semana.
La aparente tregua se produce tras las medidas de restricción impuestas entre marzo y abril en diferentes estados del país, entre ellos Río de Janeiro y San Pablo, para contener el imparable avance de la pandemia, la cual ha puesto al sistema sanitario en jaque, con falta de oxígeno y medicamentos en diversos hospitales.
Pero pese al leve descenso, los indicadores continúan en niveles altísimos, con una media de 58.800 casos y 2.495 muertes diarias por COVID-19 en los últimos siete días, y una tasa de incidencia de 6.824 por cada 100.000 habitantes.
El aún fuerte avance del virus no impidió que este fin de semana se repitieran imágenes de aglomeraciones en diferentes puntos del país, entre ellos San Pablo, el estado con más casos y muertes por COVID-19 en Brasil y que también ha iniciado una relajación de las medidas tras estabilizar la curva y reducir su presión hospitalaria.
BOLSONARO, A LAS PUERTAS DE UNA INVESTIGACIÓN PARLAMENTARIA
En medio de la gradual reapertura en buena parte del país, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, uno de los líderes más negacionistas sobre la gravedad del virus, volvió a cargar este lunes contra las medidas de restricción y afirmó que no se puede admitir que gobernadores “impongan una dictadura”.
“No fue el Gobierno Federal que los encerró en casa, que cerró el comercio, que destruyó millones de empleos”, declaró el líder de la ultraderecha brasileña, quien volvió a culpar a gobernadores y alcaldes de la crisis económica que vive el país.
Bolsonaro será objeto a partir de este martes de una investigación parlamentaria promovida por la oposición sobre la gestión del Gobierno federal y los estados de la pandemia del coronavirus, la cual ya deja más de 390.000 muertos y 14,3 millones de contagiados en todo el país.
Brasil es el segundo país del mundo con más fallecidos por COVID-19, por detrás de Estados Unidos, y el tercero en número de casos, detrás de EEUU e India, que actualmente vive su peor fase de la pandemia con cifras récord de contagios y fallecidos y una situación crítica por la carencia de oxígeno.
Pese a la crítica situación del país, la vacunación, la principal apuesta del Gobierno para frenar la crisis, sigue a marcha lenta y el ministro de Salud, Marcelo Queiroga, admitió la dificultad para suministrar la segunda dosis de la vacuna china Coronavac debido a la escasez de inmunizantes en el país.