Los balnearios se han convertido en una de las estrellas del turismo y en una buena fuente de negocio. Gran parte de los turistas se sienten atraídos en estos días de altas temperaturas y vacaciones, ya que, descubren lugares atrayentes, paisajes únicos que son algunos de los destinos favoritos de gran parte de la población.

 

 

 

 

El problema radica en que en la mayor parte de estos lugares puede propiciar algunas enfermedades. Un paseo de ensueño puede convertirse en una pesadilla si no tomamos ciertas medidas de precaución.

 

Lo primero que debemos hacer: vacunarnos

 

El Instituto de Previsión Social recomienda que antes de planear cualquier viaje o paseo al balneario, se tome precauciones sanitarias y vacunas que se deben tomar antes y después de realizar el viaje. El tiempo que dura la estancia es también determinante a la hora de resolver el tipo de vacuna y cómo se administra. Si se está en una zona urbana y en hoteles dentro de rutas turísticas preestablecidas, hay un riesgo relativamente bajo. El peligro se incrementa cuando las estancias se prolongan más de tres semanas y el turista se desvía de las rutas habituales.

 

 

Cuidado con lo que se consume

 

 

Uno de los problemas más frecuentes para los turistas es padecer diarreas y gastroenteritis, derivadas sobre todo por ingerir comida o bebida en mal estado. El agua, aunque sea potable, tiene que ser siempre embotellada y, a ser posible, optar por marcas conocidas. La mayoría de los virus se encuentran en el agua, así que esta medida de precaución puede evitar muchas complicaciones. Se debe utilizar agua embotellada no sólo para beber, también para lavarnos los dientes o en la higiene personal.

 

 

 

Los alimentos que se toman en la calle suelen estar cocinados sin precauciones sanitarias, así que lo mejor es acudir a restaurantes donde el grado de salubridad sea máximo. Las frutas se tienen que pelar cuando se vayan a consumir, y las verduras, carnes, pescados tienen que estar bien lavados y cocidos. Asimismo, es muy importante fijarse en la garantía de pasteurización, un proceso necesario para eliminar las bacterias y gérmenes, a la hora de consumir lácteos.

 

 

El botiquín del viajero

 

 

Se debe acordar de llevar un pequeño botiquín con algunos medicamentos básicos. Analgésicos, antihistamínicos, antibióticos, antiespasmódicos y antidiarreicos son fundamentales para hacer turismo. Además, añadir al botiquín algunas herramientas como tijeras, gasas estériles, esparadrapo, tiritas y un termómetro. Además, se tiene que prevenir picaduras, por lo que los productos repelentes y medicamentos que calmen el veneno de las picaduras tampoco deben faltar.

 

 

Evitando salidas cubriendo el cuerpo lo máximo posible, se evita males mayores que se transmiten a través de mosquitos y otros insectos. En cualquier caso, la prevención es la mejor forma de asegurarse de que los paseos no se conviertan en una mala experiencia. Sin duda, el grupo de viajeros más numeroso, es el de adolescentes y adultos jóvenes; que también son el grupo más propenso a contraer enfermedades de transmisión sexual. Por esta razón, es de suma importancia tener en cuenta el uso de preservativos.

 

 

Si es que son personas que mantienen relaciones sexuales esporádicas. Por otro lado, las personas con afecciones crónicas, pacientes oncológicos, diabéticos, VIH positivos y aquellos que son tratados con inmunosupresores, deben tener mucho cuidado al momento de vacunarse. Es importante que sepan que las enfermedades crónicas no contraindican los paseos, solo tienen que llevar consigo todo lo que necesiten para poder mantener la enfermedad controlada, un informe médico y los medicamentos suficientes.

 

 

Lo aconsejable es ingresar al agua pasadas las 2 o 3 horas desde la última comida, especialmente si el agua está muy fría o si se va a realizar algún ejercicio intenso. Igualmente, se indica vigilar de cerca de los niños pequeños, ya que, en el caso de los menores, no hace falta mucha cantidad de agua para que puedan ahogarse.