Consultó, le dieron de alta y desde entonces nada se supo de él, hasta hoy.

Enrique Arzamendia Servián desapareció misteriosamente. Los bomberos voluntarios lo habían auxiliado hasta el hospital Nacional de Itauguá y luego de recibir atención médica, fue dado de alta. Por su avanzada edad -tenía 76 años-, los médicos avisaron a su hijo Francisco Javier Arzamendia que ya podía pasarlo a buscar. Pero cuando llegó al nosocomio, su padre ya no estaba.

Francisco Javier acudió a la comisaría 31 del barrio Reducto de San Lorenzo para denunciar la desaparición de su papá el 3 de junio pasado. La referencia que dieron sus familiares en las redes sociales sobre su último paradero, era justamente el hospital Nacional. El hombre padecía de Alzheimer.

Los días pasaron y don Enrique no aparecía, nada se sabía de él hasta este viernes, cuando Francisco recibió la llamada de uno de los policías que hace guardia en el hospital. Hasta ahí llegó para reconocer un cadáver que un transeúnte vio cuando cruzaba el estacionamiento del lugar. El cuerpo reposaba en una zona boscosa, tendido entre los matorrales, explicó a EXTRA el comisario Justo Frutos, de la comisaría 19 Central.

«Se le encontró sobre el arbusto, como si fuera que se sentó sobre el tronco. El hijo llegó y le reconoció», afirmó el uniformado. El hallazgo se dio alrededor de las 10:50 de la mañana. El cadáver estaba en completo estado de descomposición, vestía una remera verde con rayas horizontales rojas, pantalón de buzo gris y un pulóver blanco. Tres horas después, fue identificado.

Al lugar fue convocado un médico forense, quien diagnosticó muerte súbita como causa de su deceso. Por disposición de la asistente fiscal Fabiola Franco, su cuerpo fue entregado a su hijo.

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