Desde hace cinco años, la ONU estableció el 11 de octubre como “El día Internacional de la Niña” para reconocer los derechos de las niñas y los problemas excepcionales que confrontan en todo el mundo.
Por Estela Valdés
Hoy en setenta y tres países ellas harán oficinas en distintas dependencias, como gobernaciones, municipalidades, vicepresidencia de la República; en el nuestro tenemos a una intendente y una vicepresidenta, en apoyo al movimiento internacional “Por ser niña”.
Esta es una iniciativa de “Plan Internacional” que lucha por que las niñas y adolescentes crezcan libres de violencia y en igualdad de oportunidades, se busca trasformar las relaciones de poder para que ellas puedan aprender, liderar, decidir y prosperar.
La idea de que las chiquititas hagan gobierno por un día tiene un alto contenido simbólico, que puede hacer que las mismas se planteen sus capacidades y posibilidades de liderazgo en sociedades como las nuestras.
En Paraguay el panorama de las niñas no es para nada alentador, una preocupante mayoría es violada, se embaraza o sufre maltrato; es una triste realidad que no podemos desconocer, ni encubrir.
Además de estos eventos, que por supuesto son importantes por el mensaje que trasmiten, es urgente revisar y plantear soluciones que puedan amparar a tantas menores, que sufren abuso y abandono, de sus familiares, de la sociedad y del Estado.
Una gran mayoría es violentada por miembros de su familia, en igual proporción las madres consienten el ultraje. Casos tan fuertes como tristes, que lastimosamente hacen parte de nuestra realidad.
No es fácil, y tampoco imposible. Este escenario y las estadísticas de abuso y maltrato pueden cambiar, tal vez no a corto plazo, pero en algún momento esta historia puede ser diferente, para tener un final feliz, debemos plantear un principio responsable.