Hemos escuchado bastante y en distintos medios que la infección por ómicron es menos grave que la causada por la variante delta. Sin embargo, es muy importante entender todos los atenuantes a esa afirmación antes de proponer cambios en las recomendaciones al público, o asumir que podemos enfermarnos con ómicron sin mayores consecuencias.

Primero, es importante aclarar que ómicron es menos grave que delta en media. De acuerdo a análisis realizados hasta la fecha, la infección por ómicron en personas que no tienen inmunidad tiene 24% menos posibilidades de complicarse, que una infección por delta. Sin embargo, debemos recordar que delta no ocasionaba una infección particularmente leve. Además, si bien la infección por ómicron parece ser 24% menos grave que la infección por delta, esto no convierte a la infección por ómicron en una enfermedad leve.

Es decir, dando un ejemplo muy simple, si de 1.000 personas no vacunadas que se infectan con delta fueron 100 a internación; cuando un grupo similar de otras 1.000 personas se infecte con ómicron, podemos esperar que unas 75 vayan a internación. En otras palabras, igual es posible, enfermarse gravemente, necesitar internarse e incluso fallecer; solo que eso ocurre en menos casos. Sin embargo, sabiendo que ómicron es más contagiosa, si delta infectaba a 1.000 personas (como en nuestro ejemplo de arriba), no sería sorprendente que ómicron consiguiera infectar a 2.000 personas. Es decir, ómicron puede tener potencial para causar un mayor número de hospitalizados que el ocasionado por delta (aproximadamente 150 en nuestro ejemplo). En particular, ómicron representa una seria amenaza para los que no tengan inmunidad; por ejemplo, los no vacunados (incluyendo niños) y gente sin infección previa tendrán más casos de gravedad.

¿A qué se debe entonces tanta confusión?

Primero señalemos una diferencia: una cosa es que la infección por ómicron sea menos grave y otra cosa es que la ola de ómicron sea menos grave. Lo primero significa, como ya explicamos, que la infección por ómicron tiende a producir menos casos graves que la infección por delta. Por otro lado, que la ola de ómicron sea menos grave, significa que estamos viendo menos peligro de saturar el sistema de salud. Es decir, en total tenemos menos hospitalizaciones. Este hecho puede tener múltiples causas. Una causa probable es que la población cada vez está más inmunizada (con las vacunas y por infecciones previas).

Seguir cuidándonos

Algunas personas creen que, porque ya tuvieron COVID-19, no pueden volver a infectarse y enfermarse. Sin embargo, se ha visto que ómicron tiene altas chances de infectar a recuperados. Además, la protección conferida por infecciones previas parece ser menor que la que nos brindan dos dosis de las vacunas de AstraZeneca, Pfizer o Moderna. Es más, incluso sabemos que la protección de dos dosis que no es muy alta, al menos a largo plazo, motivo por el cual se han iniciado las campañas de tercera dosis. Es decir, conviene vacunarse incluso si uno ya se enfermó y la tercera dosis es muy necesaria.

Por todo lo expuesto arriba, podemos ver que afirmaciones sensacionalistas como las de que “ómicron es como una vacuna” no tienen sustento en la evidencia y además pueden causar graves daños a través de la desinformación. Además, no sabemos si alguna de las otras variantes que están surgiendo será capaz de escapar a la protección que nos confiera habernos infectado por ómicron. Peor aún, infectarse con ómicron parece ser más peligroso que con la variante original. Tampoco es seguro exponer al cuerpo a infecciones por patógenos poco conocidos, pues es muy incierto el escenario que presenta el post-COVID. Del mismo modo, es temerario concluir a estas alturas que ómicron marcará el fin de la pandemia.

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