Fue un gesto de protesta que le puede valer muchos años en prisión o hasta la pena de muerte. “Si vuelvo a Etiopía tal vez me maten o metan en prisión”, dijo.
Su nombre es Feyisa Lilesa (26), es un corredor etíope que ayer se calzó la medalla de plata tras coronar los 42 kilómetros de la Maratón masculina de los Juegos Olímpicos de Río con un crono de 2:09:54.
Sin embargo, el africano se robó los flashes al llegar a la meta con los brazos en alto y cruzados en una grotesca alegoría de detención. Se la jugó y realizó una abierta protesta contra el gobierno de su país. “Si vuelvo a Etiopía tal vez me mate o me metan en presión”, dijo en plena conferencia de prensa tras el evento principal.
El gobierno etíope lleva una abierta campaña de segregación en contra de la etnia Oromo, al cual pertenece Lilesa. “Hice ese gesto por la actitud del gobierno contra los Oromos. Desde hace nueve meses, un millar de personas han resultado muertas. Tengo familiares en prisión”, relató.
La etnia Oromo, que es mayoritaria en Etiopía y en gran parte del territorio africano, está siendo fuertemente reprimida por gobernantes pertenecientes a la etnia de los Amhara, que son minoría pero que controlan el país desde el proceso de descolonización iniciado en la década de 1970 y que ya dejó unos 2.5 millones de desplazados a otros países como Somalia o Eritrea.
SU DESTINO
Consciente de la roncha que levantó, Lilesa sabe lo que le espera de retorno a casa. Tiene fe en que Brasil le conceda una visa temporal mientras tramita algún salvoconducto a los Estados Unidos o Kenia, donde tendría posibilidades de obtener los permisos de vida y residencia. “Yo represento a mi pueblo y debo dar a conocer lo que nos pasa”, sentenció.