Científicos de Austria, Italia y EEUU describieron la trayectoria y duración de esas partículas muy pequeñas e invisibles. Cómo pueden esos hallazgos modificar las medidas sanitarias
Existen diferentes vías de transmisión del coronavirus entre las personas. Con el transcurso de la pandemia, la comunidad científica ha descubierto que la principal vía son las partículas de diferentes tamaños que las personas ya infectadas emiten al respirar, toser, hablar, gritar o cantar. Por un lado, se pueden exhalar partículas que son mayores a 100 micrones y se llaman gotas. Pero hay otras partículas, menos conocidas, que son de menor tamaño y se conocen como “aerosoles” que también son emitidos por las personas. En Austria, Italia y los Estados Unidos se han descubierto más detalles sobre la propagación del virus a través de los aerosoles. Los resultados pueden servir para un mejor control de la pandemia.
Son varios los países que, con el avance de la vacunación, comienzan a eliminar algunas restricciones, y una de ellas es justamente poder caminar por la calle sin barbijo, una cuestión que según lo anunciado hoy, será posible en Argentina a partir del 1 de octubre.
En la Universidad de Viena, Austria, hicieron experimentos y simulaciones y encontraron que las diminutas e invisibles partículas cargadas de virus desaparecen más lentamente tras la exhalación de lo que sugerían los modelos anteriores.
Los modelos anteriores suponían que sólo las partícula grandes suponían un riesgo relevante de infección porque las pequeñas se evaporaban rápidamente. Sin embargo, en la Universidad Técnica de Viena, en colaboración con la Universidad de Padua, en Italia, se ha demostrado que eso no es cierto: por la elevada humedad del aire que respiramos, incluso las pequeñas partículas pueden permanecer en el aire mucho más tiempo de lo que se suponía. El estudio se ha publicado en la revista científica PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.
El profesor Alfredo Soldati y su equipo del Instituto de Mecánica de Fluidos y Transferencia de Calor de la Universidad de Viena investigan los flujos compuestos por diferentes componentes, los llamados “flujos multifásicos”. Entre ellos se encuentra el aire que exhala una persona infectada al estornudar: los virus infecciosos se encuentran en partículas líquidas de diferentes tamaños, con gas en el medio.
Esta mezcla da lugar a un comportamiento de flujo relativamente complicado: tanto las partículas como el gas se mueven y ambos componentes se influyen mutuamente. Las partículas que las personas emiten pueden evaporarse y convertirse en gas. Para llegar al fondo de esos efectos, se desarrollaron simulaciones por ordenador, en las que se puede calcular la dispersión de las diferentes partículas y el aire respirable con diversos parámetros ambientales, por ejemplo, con diferentes temperaturas y humedad.
Además, se llevaron a cabo experimentos. Se instaló una boquilla con una válvula controlada electromagnéticamente en un cabezal de plástico para rociar una mezcla de gotas y gas de forma precisa. El proceso se grabó con cámaras de alta velocidad, por lo que fue posible medir exactamente qué gotas permanecían en el aire y durante cuánto tiempo. El equipo de Francesco Picano, de la Universidad de Padua, también participó en el proyecto de investigación.
“Descubrimos que las pequeñas partículas permanecen en el aire un orden de magnitud más largo de lo que se pensaba”, dice Alfredo Soldati. “Hay una razón sencilla para ello: la velocidad de evaporación de las partículas no viene determinada por la humedad relativa media del ambiente, sino por la humedad local directamente en el lugar donde se encuentra la gota”, agregó.
El aire exhalado es mucho más húmedo que el aire del ambiente, y esta humedad exhalada hace que las pequeñas partículas se evaporen más lentamente. Cuando las primeras partículas se evaporan, se desarrolla localmente una mayor humedad, lo que ralentiza aún más el proceso de evaporación de otras gotas.
“Esto significa que las partículas pequeñas son infecciosas durante más tiempo del que se suponía, pero eso no debe ser motivo de pesimismo”, afirmó Alfredo Soldati. “Sólo nos muestra que hay que estudiar estos fenómenos de forma correcta para entenderlos. Sólo entonces podremos hacer recomendaciones científicamente sólidas, por ejemplo en lo que respecta a los barbijos o mascarillas y las distancias de seguridad”, comentó.
En tanto, en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland, en los Estados Unidos, se demostró que las personas infectadas con el coronavirus exhalan virus infecciosos en su aliento, y que las infectadas con la variante Alfa (la variante dominante que circulaba en el momento en que se llevó a cabo este estudio) ponen entre 43 y 100 veces más virus en el aire que las personas infectadas con las cepas originales del virus.
Los investigadores también descubrieron que las telas holgadas y las mascarillas quirúrgicas reducían la cantidad de virus que entraba en el aire alrededor de las personas infectadas en aproximadamente la mitad, según publican en la revista Clinical Infectious Diseases.
“Nuestro último estudio proporciona una prueba más de la importancia de la transmisión por el aire –destaca el doctor Don Milton, profesor de salud ambiental en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland (UMD SPH)–. Sabemos que la variante Delta que circula ahora es aún más contagiosa que la variante Alfa. Nuestra investigación indica que las variantes siguen mejorando en su viaje por el aire, por lo que debemos proporcionar una mejor ventilación y usar barbijos ajustados, además de la vacunación, para ayudar a detener la propagación del virus”.
La cantidad de virus en el aire procedente de las infecciones de la variante Alpha era mucho más -18 veces más- de lo que podría explicarse por las mayores cantidades de virus en los hisopos nasales y la saliva. La coautora del trabajo y estudiante de doctorado Jianyu Lai, explicó que “ya se sabía que el virus en la saliva y los hisopos nasales aumentaba en las infecciones de la variante Alfa. El virus de la nariz y la boca podría transmitirse mediante la pulverización de grandes gotas cerca de una persona infectada. Pero nuestro estudio muestra que el virus en los aerosoles exhalados aumenta aún más”, resalta.
Esos importantes aumentos del virus en el aire de las infecciones por Alpha se produjeron antes de la llegada de la variante Delta e indican que el virus está evolucionando para viajar mejor por el aire.
Para comprobar si las mascarillas funcionan a la hora de impedir que el virus se transmita entre las personas, este estudio midió la cantidad de SARS-CoV-2 que se respira en el aire y comprobó la cantidad de virus que exhalaban en el aire las personas enfermas de Covid-19 después de ponerse una mascarilla de tela o quirúrgica.
Las cubiertas faciales redujeron significativamente las partículas cargadas de virus en el aire alrededor de la persona con Covid-19, reduciendo la cantidad en aproximadamente un 50%, pero el paño suelto y las mascarillas quirúrgicas no impidieron que el virus infeccioso pasara al aire.
La doctora Jennifer German, una de las coautoras, apuntó que “los mensajes que se pueden llevar a casa de este trabajo son que el coronavirus puede estar en tu aliento exhalado, está mejorando para estar en tu aliento exhalado, y el uso de una mascarilla reduce la posibilidad de que lo respires en otros”.
Esto significa que para proteger a las personas que trabajan de cara al público y en espacios interiores es fundamental adoptar un enfoque por capas de las medidas de control (que incluya una mejor ventilación, mayor filtración, saneamiento del aire con rayos ultravioletas y mascarillas ajustadas, además de la vacunación).
En la Argentina, la campaña Ventilar del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, había advertido en marzo pasado que los ambientes interiores sin ventilación son los más riesgosos para la transmisión del coronavirus mediante aerosoles. Porque se acumulan aumentando las probabilidades de que se inhale aire con presencia de virus. Por esta razón, la ventilación constante en los ambientes es clave en la prevención del COVID-19.
La ventilación debe ser cruzada para que el aire circule. Abrir puertas y ventanas de manera continua genera un flujo de aire permanente, sin que se acumulen aerosoles. Hay que evitar hacer una apertura intermitente (como sería abrir 5 minutos cada hora) ya que favorece que los aerosoles se acumulen.
“Es aconsejable utilizar ventiladores que incrementen la velocidad de intercambio del aire interior-exterior, evitando que genere flujo de aire directo entre las personas que están dentro del ambiente (siempre debe hacerse con ventanas y/o puertas abiertas)”, señalaron desde la campaña Ventilar. Desaconsejan el uso de ozonificadores en ambientes interiores o la aplicación de ozono en “cabinas o túneles sanitizantes” porque la exposición al ozono es perjudicial para la salud.
Una estrategia para evaluar de manera indirecta el grado de estancamiento del aire interior es el monitoreo del dióxido de carbono. Se recomienda aumentar la apertura de puertas y ventanas cuando el nivel de CO2 supere las 700 ppm (partes por millón de masa de aire).
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