Tras el comunicado que su padre le envió a la Liga de España, el futbolista de 33 años finalmente optó por continuar en el club con el que tiene vínculo vigente hasta mediados del 2021
“Leo ya definió. Se queda en Barcelona. En breve comunica”. A las 9.22 de la Argentina, mientras muchos miraban para el lado equivocado, alguien muy cercano al Mundo Messi puso el verdadero foco en otro lugar. Ahí llegaron las 10 palabras para saber la verdad sobre el 10. Dos fuentes de esas que no fallan le pusieron el sello a la bomba con impacto mundial.
Se acabó el enigma mundial. Messi se queda un año más. Lo meditó y ya se lo anunció a su familia. En breve lo sabrán quienes están por fuera de su mundo. Porque esta historia no se anuncia en comunicados oficiales. Por esa vía apenas llegan las confirmaciones. Muchos quedaron enroscados en esa foto del comunicado plantándose ante la Liga. Fue a lo Maradona cuando se le hacían guardias periodísticas. Él hacía mover el auto en el que había llegado al lugar. Ahí todos se iban detrás de alguien que no era Diego, y él salía tranquilo por otra puerta… Algo similar pasó en la mañana del viernes. Más de uno creyó leer que Leo se iba en el momento que marcó públicamente que no era cierto que para irse tenía que pagar 700 millones de euros. A la entrelínea le faltaba información del mundo Messi. En realidad fue un mensaje para marcar que sigue en el club por su propia decisión y no por imposición de la Liga. El 10 no quería irse con un escándalo mediático, con un juicio. Se lo avisó a su gente aun en días de burofax. Nunca le pareció el mejor final para una historia que merece una serie. Ahora, de mínima, asegura quedarse hasta junio del 2021. Con contrato terminado -y sin Bartomeu en la presidencia- podría terminar de un buen modo. Hasta irse con un pasillo si decide en ese momento irse a Inglaterra o Estados Unidos. Eso igual es lejano.
Messi sigue pensando en un proyecto futbolístico para intentar ganar la Champions. No fue un enojo que lo llevó de reacción bajo emoción violenta. No fue un impulso como cuando renunció a la Selección. Leo buscó salir. Ese fue y es su pensamiento. Le pegó una patada a la puerta para intentar destrabar la salida. Ese es el significado de la carta documento de la semana pasada. Igual sabía desde el primer día que no era fácil. Aun con su interpretación de la famosa cláusula de salida unilateral. Había que plantear un plan de lucha y esperar la reacción de un club acorralado. En esa línea definió no ir a hacerse los estudios PCR el domingo y también faltar a los entrenamientos, una situación que inteligentemente no será sancionada por el Barça. Ahí fue cuando entró en juego Jorge, su papá y representante. Más allá de los falsos rumores que lo hacían viajar a Manchester, estuvo en Rosario hasta esta semana. Ahí se subió al avión privado personalizado y voló a Barcelona. Fue el momento de la reunión. Jugando de visitante. Fue entonces que se encontró con la puerta de salida directamente blindada. Ese fue el gran freno. No sólo le ofrecieron renovar por dos años sino que le dijeron que no se hablaba de salir. “¿Qué necesita Leo para quedarse?”, planteó Bartomeu en una charla con buen tono. Al ver que no había posibilidad de salir sin detonarse en vivo -sin ir a los juzgados o pedir un transfer provisorio- Messi cambió de dirección. Y como adelantaron los medios de prensa, se discutió a sí mismo y retomó el plan Barcelona.
Su familia hoy está feliz con la decisión. “Es el club de toda su vida. No merecía irse así”, festejan en voz baja. Ya habían asumido como grupo cambiar de país para poner por delante el proyecto del capitán. O sea, Messi había hablado con Antonela y ella lo acompañaría como toda su vida. Aun cuando Leo se sentía “destrozado” por un final infeliz. Lo tenía decidido. Pero a veces uno se siente igual de apenado cuando fracasa un proyecto más allá de que uno sea el que mueve las fichas. Es difícil desde ese lugar sentenciar que cambió porque se lo pidieron. Puede haber visto la recepción interna de la noticia, sabe que no se iban con agrado, aunque quedó en un segundo plano. Fue más fuerte no querer irse mal del lugar donde le gustaría radicarse después de ser futbolista. Más algunas presiones que seguramente recibió. La Liga -hoy atacada por el comunicado firmado por Jorge Messi- cuentan que jugó fuerte. Sin Messi en la cancha se les borran varios ceros a los contratos para negociar y delatan su gestión. Se le fue Neymar en el 2017 y Cristiano Ronaldo en el 2018. La partida de Messi a Inglaterra era otro golpe demoledor. Pasó más por ahí que por la especulación de que el City no quería poner la plata. Cerca del Mundo Messi se filtró que había gran oferta. Que dejaba desdibujada la salida de Ronaldo por 112 millones de euros. Cuando se hablaba de salir libre refería a que ya tuviera resuelta su historia con Barcelona. Guardiola usó -en el buen sentido- Agüero para seducir a su amigo. No quería ser señalado como un traidor. Pero lógicamente lo quería en su equipo para terminar su obra.
Hace días que Messi es mudo. Tiene la lengua escondida y los dedos atados. Tampoco posteó en sus redes sociales para comunicar. Siempre supo que la declaración pública era una carta para usar en un momento estratégico. Ahora él mismo comunicará en breve por televisión que se queda en Barcelona. Habrá que ver el alcance. Si también cuenta las movidas que lo molestaron de los dirigentes del club. Sigue sintiendo la desconfianza que viene desde hace meses. No olvida la campaña de desprestigio -comprobada- que monitoreó el propio Bartomeu. También habrá que ver la convivencia con Koeman, el entrenador holandés que con más soberbia que buen liderazgo echó a Luis Suárez por teléfono. A Leo ese manejo lo enojó como amigo. Pero también debe molestarle como capitán. Así no se trata al tercer goleador histórico del club ni al 4 suplente. Seguro que habrá una charla para seguir el primer encuentro, en el cual el nuevo DT comprobó que su mejor jugador quería irse. Después se verán los movimientos en la cancha. De Messi y del plantel. Porque se habló de potenciar a un equipo que últimamente choca de frente en las grandes instancias de Champions. Porque aunque en principio sean 10 meses, Leo no los quiere tirar. Ese enojo sigue. Y él se planta cuando no le dejan jugar a ganador. No quiere estar cómodo afuera, en la ciudad, pero mal en la cancha. Si decidió quedarse es para competir con el Barcelona. Los que ganaron son los hinchas de Barcelona: el cambio de rumbo de Messi es un título sin vuelta olímpica.
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