El agente consiguió una botella limpia, compró la nafta y se la trajo al señor para que la cargue en su moto.

El horario de entrada a su trabajo apuraba a un guardia de seguridad, esta mañana. El señor se iba en su moto por una avenida principal, ya entrando a Asunción, en medio del embotellamiento que cada vez se volvía más grande.

En eso, la motocicleta comenzó a perder fuerza y su motor paró en seco. El custodio intentó arrancar, pero ya no pudo. Después, pilló que se le había acabado el combustible.

Eran como las 5:30 de hoy, cuando el trabajador se aproblemó. El cielo gris y las pequeñas gotas que caían empeoraron la situación del guardia.

Por ahí pasó el suboficial 2do. Agustín Pérez, del Grupo Lince, quien se dio cuenta de que el trabajador tenía problemas y quien le pregunto qué pasaba .Luego de que le explicó lo sucedido, el uniformado le pidió que le espere.

Al cabó de una minutos volvió el agente con una botella cargada de combustible y se la dio al vigilante, quien respondió ¿cuánto te debo?, y obtuvo como respuesta del Lince «dejá nomas, péa ñandejara odevolveje’yta ñandeve (Dios nos devolverá de nuevo), con ese combustible ya vas a llegar».

El guardia agradeció de nuevo al Lince, quien siguió con su patrulla.
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