Los cubanos pueden finalmente acabar con más de medio siglo de mentiras, represión, adoctrinamiento, exilio, dolor y una vista gorda de parte de la comunidad internacional, la cual, la mayoría de las veces, ha sido cómplice del régimen de los Castro.
Seguramente en estos últimos días has oído hablar sobre Cuba, pero ¿qué ha estado sucediendo en la pequeña isla del Caribe? Empecemos por el origen del problema: la revolución.
El 1 de enero de 1959, Fidel y Raúl Castro junto al Che Guevara, respaldados por la Unión Soviética, tomaron el control de Cuba sustituyendo una dictadura por otra y haciéndose del poder hasta el día de hoy.
Se confiscaron periódicos, se expropiaron empresas, se vigilaron las comunicaciones y se puso en práctica el marxismo. El Che dirigía La Cabaña, un centro de detención donde se realizaban las ejecuciones (sí, ejecuciones, así que si tenías una camisa con su cara, mejor que la tires a la basura y leas más sobre quién fue este nefasto personaje). Los pelotones de fusilamiento eran para todo y para todos: anticomunistas, antirrevolucionarios, afroamericanos, homosexuales y cualquiera que no se ajustara a la idea del hombre nuevo marxista.
Cuando la Unión Soviética cayó, también se acabó el subsidio soviético a Cuba. Pero para entonces los Castro ya tenían el poder absoluto. Fidel Castro y Lula da Silva (ex presidente de Brasil y uno de los políticos más corruptos de la historia) fundaron el Foro de San Pablo, hoy derivado en lo que se conoce como el Grupo de Puebla (liderado por Manuel López Obrador y Alberto Fernández).
Venezuela reemplaza a la Unión Soviética, y a través del proceso de la revolución bolivariana ejecutado por Hugo Chávez, se convierte en la maquinaria de dinero que oxigena al régimen castrista (todo esto sumado al negocio del terrorismo islámico, las relaciones con Hezbollah y Hamás, el papel del narcotráfico -consecuencia de una fallida guerra contra las drogas- y las guerrillas marxistas de Colombia como las FARC y el ELN). Todos cómplices y aliados. Todos fieles enemigos del mundo libre.
Pero vayamos a la historia de Cuba. Antes de la revolución, la renta per cápita de Cuba era igual a la de España y superior a la de Puerto Rico. Hoy es seis veces menor que la de España y cinco veces menor que la de Puerto Rico. Antes de Castro, Cuba era el mayor productor de azúcar del mundo. Hoy sólo produce lo mismo que en el siglo XIX.
Sólo un detalle para quienes argumentan que Cuba es pobre por un “bloqueo”: Cuba es pobre porque es comunista. De hecho, Estados Unidos es el sexto socio comercial de Cuba cuando hablamos de importaciones (lo que nos explica que no hay tal cosa como un “bloqueo” o un “embargo” si apelamos al significado del término). Sí existen sanciones comerciales (que de hecho no prohíben del todo el intercambio comercial entre empresas de Estados Unidos y Cuba). Si la pregunta es si debemos acabar con esas sanciones, la respuesta entonces es que sí, principalmente porque le sirven al régimen cubano como excusa para explicar la miseria que el mismo régimen ha causado con sus políticas marxistas. Cuba es pobre porque no quiere comerciar con el mundo, porque no tiene un aparato productivo que genere riqueza debido a que los incentivos se aniquilaron cuando se prohibió la propiedad privada.
A través de la famosa libreta de racionamiento, un cubano sólo tiene acceso mensual a cinco huevos, 1 kilo y medio de arroz, una botella de aceite, un kilo de azúcar, un kilo de frijoles, medio kilo de sal, una caja de cerillas y medio kilo de pollo. Suponiendo, por supuesto, que puedan permitírselo y que lo consigan ante la imperante escasez de productos (el comunismo hace que las necesidades básicas sean lujos).
Cuba también fue el primer exportador de café del mundo. Hoy, la producción cubana de café es diez veces menor que antes de la llegada de Castro al poder. Hoy en día sólo hay un tercio de ganado en Cuba que en los años 50. Todo ha disminuido, salvo el sufrimiento de la gente, que sí ha crecido exponencialmente.
El salario promedio de un cubano es de unos 13 dólares mensuales (con suerte). Un litro de leche, si se puede comprar, cuesta unos 3 dólares. 250 gramos de queso cuestan 30 dólares. Comprar un kilo de carne, suponiendo que esté disponible, costaría unos tres meses y medio de ingresos. Y a mí esto nadie me lo contó: lo vi con mis propios ojos en la isla.
Los cubanos son vigilados por la maquinaria del régimen: son encarcelados, asesinados o desaparecidos por disentir y cuestionar a una autoridad que es ilegítima e inmoral. Al fin y al cabo, Cuba es el país del mundo con mayor índice de encarcelamiento por “delitos políticos” (así le llama el régimen al hecho de pensar diferente).
Pero el hartazgo de un pueblo condenado a uno de los más cruentos y sanguinarios regímenes del mundo ha hecho eco y hoy los cubanos resuenan con un grito de libertad a lo largo del mundo entero. Protestas, marchas, dentro y fuera de la isla. El mundo entero parece estar poniendo los ojos en Cuba, finalmente, después de más de medio siglo de hacer oídos sordos ante el sufrimiento de una comunidad sometida a una de las más longevas tiranías que hemos conocido en nuestra civilización humana.
62 años. Es suficiente. Son muchos los factores que pueden explicar el despertar del pueblo cubano. Podríamos partir desde dos puntos de inflexión: primero, la crisis humanitaria que vienen padeciendo los cubanos desde hace largas décadas y que se ha exacerbado con la crisis del COVID-19 (tengamos en cuenta que el régimen ha destruido -como todo comunismo- todo el aparato económico productivo de la isla y los cubanos desde hace mucho sólo viven del turismo, algo que ha escaseado desde que inició la pandemia). Segundo, y esto les llamará la atención, una canción. Sí, una canción titulada “Patria y vida” (que quienes estén familiarizados con las protestas de estos días, se darán cuenta que éste es el lema de las mismas).
“Patria y vida” llegó para irritar al régimen, para despertar a la isla y para levantar la voz de los cubanos que piden libertad desde hace más de medio siglo y son brutalmente reprimidos por un sistema que opera a lo largo de toda América Latina.
En la otra cara de la moneda, y para quienes conozcan la historia revolucionaria de Cuba y media región, el lema de la tiranía de los Castro ha sido “Patria o muerte” (repetida también por regímenes como el de Ortega en Nicaragua, Morales en Bolivia, Chávez y Maduro en Venezuela y demás socialismos del siglo XXI).
Seis décadas más tarde, los músicos cubanos Maykel Osorbo, Yotuel, Descemer Bueno, El Funky y Gente de Zona, se atrevieron a poner en jaque dicho lema y despertaron un sentimiento de libertad nunca antes visto en esta historia. El vídeo de esta canción es una verdadera obra maestra, dirigido por Asiel Babastro, a quien tuve el placer de entrevistar hace algunas semanas en un encuentro del Center for Latin America de Atlas Network, organización que promueve la libertad a lo largo del mundo entero.
Es que esta canción llega al núcleo emocional de cualquier persona que haya vivido de cerca un exilio, entonando frases como “tú me dueles tanto aunque estés lejos” o “publicidad de un paraíso en Varadero, mientras las madres lloran por sus hijos que se fueron”. Familias separadas, vidas arruinadas, tiempo irrecuperable. El régimen es responsable y todo esto no tiene perdón.
Este puede ser el comienzo del fin de una larga historia de sufrimiento, hambre, exilio y muerte. Difundamos el mensaje: ya es suficiente. Más de medio siglo de mentiras, represión, adoctrinamiento, exilio, dolor y una vista gorda de parte de la comunidad internacional, la cual, la mayoría de las veces, ha sido cómplice del régimen. Como dice la canción: “se acabó”.
Alfredo Valdés-Cataneo del Trío Taicuba dijo en 1959 que en Cuba “sólo se salvarían los que supieran nadar”. Esperemos que nunca más sea necesario nadar y que los hermanos de Cuba puedan salir de esta dictadura comunista muy pronto, dejando atrás un pasado que ni ellos ni nadie en nuestro mundo tiene que volver a repetir. El comunismo, una vez más, ha demostrado su fracaso y su inmoralidad. Comunismo, nunca más.
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