Todos los canales de televisión, todos los sitios de noticias y millones de usuarios en las redes sociales hablaban de ella. Sandra Mara Fernandes quedó en el centro del escándalo sexual que atrapó a todo Brasil el mes pasado cuando su esposo, el personal trainer Eduardo Alves, la encontró teniendo sexo en su auto con el vagabundo Givaldo Alves. Después de un mes, la mujer salió a hablar públicamente.
La escena ocurrió el miércoles 9 de marzo a las 22.30 y fue captada por las cámaras de seguridad de la zona. El video se difundió en cuestión de unas horas. Mientras el país opinaba sobre el caso, se fueron conociendo detalles de lo que ocurrió realmente detrás de aquellas imágenes virales, en las que se veía al entrenador golpeando brutalmente al indigente.
El marido de Sandra aseguró ante la justicia (y luego en los medios) que su esposa sufrió un brote psicótico y que Givaldo Alves la había violado, aprovechándose de la vulnerabilidad de la mujer. El vagabundo señaló que fue Sandra la que lo llamó y quién lo convenció de subirse al coche. El público atacaba a la mujer por su infidelidad y al entrenador por su violento ataque.
“Sandra siempre ha sido una mujer honesta, trabajadora, tenemos actividades profesionales y niños pequeños. Lo que pasó el miércoles pasado fue algo terrible que nunca habíamos vivido”, declaró el personal trainer de 31 años, que debió abandonar su actividad en las redes sociales y hasta se mudó de ciudad para buscar algo de paz en medio del escándalo.
A su vez, su esposa fue internada en una clínica psiquiátrica durante un mes. Mientras tanto Givaldo se convertía en una celebridad y hasta recibía ofrecimientos para meterse en política. Tras recuperarse de los golpes sufridos, brindó distintas entrevistas en distintos medios en las que contó su historia, describió cómo fue que terminó viviendo en la calle y negó haber violado a la mujer.
Sandra rompió el silencio: “Me siento destrozada”
Ante la enorme repercusión del caso, la investigación quedó sellada bajo un estricto hermetismo de las autoridades, que desde entonces avanzan con extrema confidencialidad. Sin embargo, tras ser dada de alta esta semana, Sandra se reencontró con su esposo y desde entonces intenta rearmar su vida. Para lograrlo comenzó por difundir en sus redes su versión de lo vivido: “Pasé días muy difíciles”.
Sandra explicó que sufrió un brote psicótico y aseguró haber sido utilizada “como objeto de placer”. “Sufrí delirios y alucinaciones que confundían mi mente y me ponían en un contexto asqueroso y sórdido”, dijo en su poste en su cuenta de Instagram.
También apuntó hacia los medios y los usuarios de las redes que la castigaron con todo tipo de acusaciones. Manifestó que ella no optó por pasar por esa situación y cuestionó el maltrato sufrido en los medios y las redes: “Yo fui víctima de burlas y humillación en la televisión nacional. Fui etiquetada como una cualquiera, una mujer promiscua, una mujer con fetiches, una traidora”.
“Fui atacada por otras mujeres que entendieron que yo merecía lo peor. ¡Siempre supe que vivimos en una sociedad desigual, pero no elegí tener un brote, no elegí ser avergonzada, no elegí tener mi vida expuesta y destruida”.
El texto completo
“Hola, mi nombre es SANDRA MARA FERNANDES, soy la mamá de Anna Laura y la esposa de Eduardo Alves. Vengo a través de este post a agradecer a las personas que se levantaron para defenderme cuando yo no pude.
Pasé días muy difíciles, nunca me imaginé en esa situación. Me siento profundamente desgarrada por lo que pasó. Hoy soy consciente de todo lo que se dijo mientras estuve hospitalizada y atendida por médicos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras y otros profesionales.
Fui VÍCTIMA de burla, humillación en la televisión nacional. Fui etiquetada como una cualquiera, una mujer promiscua, una mujer con fetiches, una traidora. Fui atacada por otras mujeres que entendieron que yo merecía lo peor. ¡Siempre supe que vivimos en una sociedad desigual, pero NO elegí tener un BROTE, NO elegí ser AVERGONZADA, NO elegí tener mi vida EXPUESTA y DEVASTADA!
Entonces, en la condición en que me encontraba, sé que tenía legítimo derecho a ser defendida. Agradezco a mi esposo por todo lo que ha hecho por mí. Me defendió durante y después de lo sucedido, porque sabe que en condiciones normales nunca me hubiera permitido pasar por eso. También agradezco a mi padre, mi madrastra, mis hermanos y amigos, que me acogieron y ayudaron a Eduardo y Anna Laura. Estoy profundamente agradecida con los profesionales que me ayudaron a entender lo que estaba pasando cuando ya no tenía control sobre mi propia vida.
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