La erupción ha emitido hasta el momento 20.000 toneladas de dióxido de azufre y expulsa columnas de hasta seis metros de altura.
El volcán de La Palma, el primero que entra en erupción en tierra firme en España desde el de Teneguía (también en La Palma) en 1971, mantiene en vilo a la isla canaria un día después de que empezara a arrojar fuego y ceniza. El frente de lava que expulsa, de una altura media de seis metros, como un edificio de dos plantas, ya arrasa a su paso casas, cultivos e infraestructuras en localidades como Tacande o El Paraíso (pedanía de El Paso). Avanza en la tarde de este lunes a unos 300 metros por hora, más despacio que los 700 metros por hora que se calcularon inicialmente junto a los conos eruptivos, según Vicente Soler, vulcanólogo del CSIC.
Hasta el momento la erupción del volcán del municipio palmero de El Paso no ha provocado víctimas personales, pero ha obligado a evacuar de sus domicilios a cerca de 5.500 personas. Está dejando una situación “desoladora” en la zona, según ha explicado el presidente del Cabildo, Mariano Hernández Zapata, pues la lava “se come literalmente viviendas, infraestructuras y cultivos que va encontrando en su camino hacia la costa del valle de Aridane”.
“Toda España está con La Palma”, ha asegurado este lunes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una comparecencia conjunta con el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, en la sede del Cabildo de Gran Canaria. “Esta erupción no va a hacer que haya personas que se queden atrás, que queden dañadas desde el punto de vista económico, con independencia de que hay cuestiones irreparables, como es la pérdida de hogares con toda la carga emocional, no solo material, que ello implica”, ha añadido Sánchez. Ha remarcado que “todos los recursos del Estado” están a disposición de la ciudadanía de La Palma. El presidente canario, por su parte, ha explicado que es probable que la lengua de lava alcance el mar durante la jornada de este lunes y que el volcán ya ha emitido más de 20.000 toneladas de dióxido de azufre. El hecho de que no haya viento hace que la actividad aeroportuaria de la isla se mantenga. No obstante, esta misma noche Miguel Ángel Morcuende, director técnico del Pevolca (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias), ha asegurado que la lava “no va a llegar esta noche al mar”. “Hemos tenido menos actividad en el volcán, menos volumen de masa magmática. Se ralentiza la actividad del volcán. La lava está sobre el barrio de Todoque. Aún queda la mitad del camino recorrido para llegar al mar. No va a llegar esta noche”, ha explicado.
Una de las casas devastadas es la de Alberto, un hombre entrado en la cuarentena, vecino de El Paraíso, que mira el espectáculo natural sentado en el margen de la carretera LP3, en la localidad de Tajuya. Lleva toda la noche en vela. “Ayer [por este domingo] tenía la duda, pero a primera hora de la mañana me han confirmado que la lava se ha tragado mi casa. Esto es una desgracia”, explica con voz entrecortada.
Gerhard Beck y su esposa salen del acuartelamiento militar donde han pernoctado sobre una esterilla tras una noche de traslados continuos. “No sabemos qué ha pasado con nuestra casa, pero nos tememos lo peor”, lamenta el hombre. “Ahora nos vamos dos días a un hotel, nos han tratado bien, pero hemos pasado miedo, mucho miedo”.
Ellos son dos de los 5.000 evacuados. Pernoctaron, como otras 300 personas, en el acuartelamiento de El Fuerte, a las afueras de la capital, Santa Cruz de La Palma.
El rey Felipe VI ha trasladado este lunes su “ánimo” a los habitantes de la isla canaria de La Palma ante la erupción del volcán Cumbre Vieja, también conocido como Cabeza de Vaca, asegurando que sigue con atención y preocupación la evolución de los acontecimientos y está en contacto constante con el Gobierno y las autoridades insulares.
“Por los pelos”
La lava, en su lento avance, ha engullido un centenar de viviendas, según fuentes del Cabildo. Y ha esquivado otras, como relata Carlos Rodríguez, ingeniero eléctrico de Endesa: “La finca de mi suegra escapó. La lava se solidificó a dos o tres metros del muro y lo hemos salvado todo por los pelos. No me explico cómo escapamos”.
El trasiego por las carreteras de la apacible isla bonita es incesante. La Policía Nacional ha desplegado 92 agentes, entre los que se encuentran 47 miembros de la Comisaría Local de Santa Cruz de La Palma y 45 efectivos de la Unidad 10ª de la UIP, que se han desplazado a la isla. Cuatro helicópteros sobrevuelan la zona constantemente. Además, participan 200 agentes de la Guardia Civil, entre seguridad ciudadana, Seprona, Tráfico, Unidad de Montaña, Servicio Cinológico, Grupo Rural de Seguridad, GEAS, patrullera del servicio Marítimo, Policía Judicial y grupo de helicópteros. La Unidad Militar de Emergencias (UME), por su parte, tiene desplegados en La Palma 67 miembros y 30 vehículos, un contingente que se incrementará a lo largo del lunes hasta alcanzar los 180 efectivos y 57 vehículos.
Las siete erupciones que hasta este domingo había vivido La Palma en tiempos históricos (desde la conquista del archipiélago en el siglo XV) se concentraron todas en el entorno de la Cumbre Vieja y su duración osciló de uno a tres meses. La erupción más larga de cuantas se han documentado hasta la fecha en la isla bonita es la del Tehuya, ocurrida en 1586, que se prolongó 84 días: del 19 de mayo al 10 de agosto. La más corta, en cambio, fue la que hasta este domingo era la última en la isla, la del Teneguía, en 1971, que duró 24 días.
La de este domingo mantiene aún en vilo a la isla con el avance de su lengua de lava. “Estábamos en la calle en la parada de guaguas, y de repente escuchamos al volcán explotar”, recuerdan Xiomara y Alexandra, de 15 y 16 años, respectivamente, que han pasado la noche en el acuartelamiento de militar de El Fuerte. “Mi padre me llamó”, explica Alexandra, “cogimos el chihuahua y un loro y nos fuimos al campo de fútbol de Los Llanos”. Después fueron a un refugio de la vecina El Paso, para acabar en el cuartel. “Nuestras casas se han salvado, pero dos amigos nuestros han perdido las suyas en Tacande”, lamentan. “Tenemos mucho miedo por ellos”.
// El País