Numerosas culturas, que van desde el antiguo Egipto hasta ciertas tribus de Indígenas de América apelaron siempre a “la danza de la lluvia”, que es una danza ceremonial que se ejecuta para invocar a la lluvia y asegurar el éxito de la cosecha. En estos días de la crisis sanitaria, sin precedentes a nivel mundial, el Presidente de la ESSAP Natalicio Chase pegó al grito al cielo, suplicando que aparezca la tan anhelada lluvia que nos permita recargar el agua de las plantas de tratamiento de la aguatera y eso devuelva el líquido vital a centenares de barrios de Asunción y el Departamento Central.

Sí señora, así es señor. Leyó bien. La máxima autoridad del servicio de agua potable del país dando como respuesta de salvación una empírica súplica de bonanza. Lo peor de la situación es que, nos repiten a cada instante que una de las medidas de protección ante el vertiginoso avance del Coronavirus es el frecuente lavado de manos. Para muchos pobladores de Asunción y Central, el simple hábito de lavarse las manos se ha convertido en una odisea sanitaria o en casi una misión imposible. Tampoco podemos decir que es una problemática exclusiva de estos tiempos. Siempre el suministro de agua potable tuvo un montón de inconvenientes pero al menos la gente contaba con agua en ciertos horarios, que permitía cargar en baldes o bidones y tener de reserva al momento de necesitarlo. Mucha gente se acostumbró a bañarse sólo de noche o madrugada. Pero hoy, el déficit no discrimina día ni hora. No hay agua y punto.

Esta falencia resulta inentendible porque hace un año, la ESSAP prácticamente duplicó su tarifa, incrementando de 30 mil a 60 mil millones de guaraníes su facturación mensual. Recaudar el doble: Para qué? Para no invertir? Para que siga todo igual? Para contratar más secretarias vip? Para aumentar los viajes en primera clase? Para seguir contratando hurreros o gente que justifique en redes lo injustificable?

Presidente de la ESSAP le culpa al aumento del consumo de agua, lo que evidencia que nunca planificaron la proyección del consumo. O no trabaja o es un inepto. Y no asumió el mes pasado, como para decir “este es un problema de antes” o tirarle la pelota a la administración anterior. Lleva casi 2 años en el cargo, tiempo suficiente para encarar obras de infraestructura que permitan dar abasto a la demanda actual de agua.

Con esta tremenda crisis del Coronavirus, llama la atención que, cuando increíblemente la clase política y más aún, las autoridades sanitarias se están poniendo los pantalones largos para estar a la altura de los acontecimientos nadie dispare contra el titular de la aguatera estatal. Nadie lo convoca, nadie lo interpela, nadie pide que lo cambien o ni siquiera nadie lo putea.

Si queremos seguir por la senda de la seriedad política, tenemos que entender que un principio básico de la convivencia social es asumir las responsabilidades políticas. Si la ESSAP viene recaudando el doble hace casi 2 años y no invirtió en el crecimiento de su infraestructura para hacer frente a la demanda, implica tácitamente que sólo duplicó la holgazanería y el carnaval con el dinero público. Y eso es imperdonable.

Tan imperdonable como decirle a la gente, “esperemos a que llueva para tener agua”. Es poco menos que decirle a un ateo “que la situación va a mejorar cuando Dios quiera”.
 
Por; Gustavo Recalde