La dependencia obsesiva de los teléfonos móviles es una realidad en las distintas edades. Este flagelo puede dañar el relacionamiento familiar, se pierde la práctica del diálogo y afecta a la interacción social.

 

Expertos señalan que por lo general los padres no ponen límites al uso de aparatos electrónicos a sus hijos, a fin de que permanezcan tranquilos y dentro del hogar. Sin embargo, al estar tanto tiempo en el mundo virtual dejan de relacionarse con su entorno y se exponen a muchos peligros, como a la pornografía infantil cibernética.

“Muchas veces los padres para evitar que el hijo vaya a jugar a la casa ajena, o se lastime o se ensucie, le da el celular. Con ello ya deja de relacionarse con sus amiguitos, además, si no existe un control, se expone a la pornografía”, destaca la sicóloga Carmen Benegas.

Indicó que lo importante es establecer límites, pero sin imponer, además ofrecerles otras actividades para su bienestar como la práctica de deportes y puedan desarrollar disciplina.

Falta de Cariño. Benegas advirtió que un menor que reciba todo el afecto y atención en su hogar, no va a refugiarse de manera obsesiva en los aparatos electrónicos. “Generalmente, aquellos chicos que están todo el día con sus celulares, si uno observa a sus padres, también están en la misma cosa, entonces es muy difícil que cambien porque ven el ejemplo”, afirmó.

Riesgos. La falta de interacción con los demás puede ocasionar la pérdida de sensibilidad y convertirse en una persona egoísta, según Benegas. “Quienes tienen empatía se dan cuenta cómo pueden actuar con la otra persona, según cómo se siente esta, pero el que no interactúa no puede desarrollar la empatía y hasta puede convertirse en un sicópata por el vicio en el que está metido”, aseveró.

Pretexto. Por su parte, La sicóloga Carla Amarilla señala que en muchos casos el teléfono solo enmascara un problema mayor.

“Hoy en día creemos que son los celulares los que separan a la familia, pero en otra época era la televisión encendida a la hora de la cena o los adultos leyendo el diario e ignorando los llamados de atención de los chicos, con lo cual, hay que reflexionar acerca de que ninguno de estos dispositivos es malo en sí mismo, sino que depende del uso que se le dé. También de los límites que los adultos pongan, estableciendo horarios y situaciones en los que se pueden usar o no y del cuidado que se tenga de preservar los espacios de encuentro, vínculo y comunicación familiar”, señaló.

En tanto, el licenciado Walter Caballero, del Ministerio de Salud Pública, señala que por más avanzadas que sean las aplicaciones para comunicarse con otra persona, nunca alcanzará a la riqueza del diálogo presencial, en el que se puede apreciar las reacciones del interlocutor y entender de manera más clara el mensaje que emite.

Caballero resalta la importancia de tener cuidado con los contenidos que se comparten en las redes, ya que al exponer de manera exagerada la privacidad, estos datos pueden servir como una manera de chantaje o amenaza por parte personas malintencionadas./UH.