Netflix estrena hoy solo la primera mitad de la quinta parte de la serie española más famosa sobre un grupo de atracadores.

Toda historia tiene un planteamiento, un nudo y un desenlace. La de ‘La casa de papel’, cuya quinta y última parte estrena hoy Netflix, tiene, en cambio, dos inicios, dos ecuadores y dos finales. Tras los quince episodios que rodó la productora Vancouver Media para el canal de televisión Antena 3 en 2017, la plataforma incorporó a su catálogo esta rareza de la ficción española sobre unos atracadores dispuestos a imprimir su propio dinero y ganarse la simpatía de la audiencia: ellos, unos parias, eran los buenos de una ‘película’ que, convertida en inesperado fenómeno, regresó en 2019 con una vitaminada secuela: más y mejor. Para ser un relato cerrado sobre unos majaretas antisistema, importó más la pela. Pero de su final, el definitivo, no se puede hablar pues tiene trampa: Netflix solo emitirá la primera mitad, o sea, cinco episodios. El resto, el 3 de diciembre. Así que hablemos del principio.

«Yo hice ‘casting’ y fue fatal», reconoce por videollamada con ABC la actriz Úrsula Corberó (Barcelona, 32), o sea, Tokio en ‘La casa de papel’. Fue con ‘jetlag’, procedente de Miami, y el runrún de que quién iba a confiar en ella para interpretar a una tipa con pipa que no tenía nada que ver con sus anteriores personajes de niña bien. En aquella prueba, hace casi un lustro, Corberó tuvo que leer a cámara un monólogo sin saber que Tokio, además de ladrona, era la narradora sospechosa de este cuento. Su sensación era que nanay. Mes y medio después, suyo era el papel.

Itziar Ituño (Basauri, 47), o sea, la policía que se mudó de bando y de ciudad (Lisboa) por amor, nunca olvidará cómo empezó: la primera secuencia que rodó fue la misma del ‘casting’, con Fernando Soto (Ángel). Pero la intérprete ya había hecho de comisaria durante más de una década en la telenovela vasca ‘Goenkale’ y no quería encasillarse: «Salí del ‘casting’ y me dijeron: «Tenemos claro que eres tú». Y yo: «Pero yo no. Dejadme las Navidades para pensarlo y ver cómo encajo mi vida»».

Darko Peric (Serbia, 44), o sea, Helsinki, se presentó pidiéndole el teléfono a ‘Arturito’ (Enrique Arce): «En los tres primeros episodios no abría la boca, literalmente, pero estaba en todas las escenas. Me acuerdo de Paco Tous [Moscú], que estaba rodando otra serie al mismo tiempo; venía un día a la semana, tenía un cacho ahí hablando y se piraba. «Cuando sea mayor quiero ser como Paco Tous»».

En cambio, a Rodrigo de la Serna (Buenos Aires, 45) le llamaron directamente para interpretar a Palermo a partir de la tercera parte, la primera producida por Netflix. «Ya había rodado en un banco en España, en ‘Cien años de perdón’, la película de Daniel Calparsoro. Por ahí me vieron dotes de atracador», bromea. Él, a pesar del polvorín, no cree que su personaje sea un villano. Ojo, el siguiente entrecomillado viene con destripe: «Tiene muchos traumas. Es misógino, patético, grotesco. Nunca se permitió ser gay y se enamoró profundamente de un personaje [Berlín] que muere. A partir de la muerte de Nairobi [Alba Flores], buscará y encontrará su redención». Para «malo malísimo», según Corberó, ya está Gandía, el guardaespaldas del gobernador del Banco de España. Su actor, José Manuel Poga (Jerez de la Frontera, 41), se rapó la cabeza para la prueba: «Era un papel pa’ mi» Él niega, de primeras, dicha villanía, pero cede: «Es fiel a su código. Es un currante. Sí que está un poco tocadete…».

A diferencia de Ituño, la primera secuencia que rodó Corberó fue un ‘flashback’ con El Profesor (Álvaro Morte), donde él, desde aquel viejo Seat rojo, la recluta y ella, una prófuga hecha y derecha, le apunta la entrepierna con una pistola. Como si de la propia banda se tratase, los intérpretes de ‘La casa de papel’ dieron clases de tiro. Ella siempre fallaba. «Había un dibujo de un tipo como si fuera el caco y una mujer buena. Yo disparé todo a la cabeza de la rehén. «Empiezo como el culo»». Así que Corberó, con Bruce Willis en su cabeza, empezó a pillarle el truco como ponerse el arma arriba. «Al principio venía el director, Jesús Colmenar, y me decía: «En esta toma, no sé qué has hecho con el arma, pero no te creo»», recuerda la actriz.

Tenían un coordinador de acción y hasta dobles, pero no siempre. «Yo he tenido doble en alguna escena que podría haber hecho yo y, cuando realmente lo he necesitado, no había», cuenta Poga. Corberó lo confirma: «‘La casa de papel’ es así: nunca sabes lo que te puede pasar». Ella se llevó un susto cuando no le abrieron la válvula de oxígeno de aquella máscara que llevan los atracadores cuando la policía intenta dormirles con gas, También se llevó, a casa, el colgante de diamantes que su personaje, Tokio, lleva tras el primer atraco: «Por aquel entonces era imagen de Bulgari y les pedí si podían hacerlo. Nunca se lo devolví. Tampoco me lo han pedido». A José Manuel Poga, Netflix le mandó a casa «un paquetito con la careta de Dalí y el mono rojo». // ABC.es