La enfermedad obliga a cancelar la agenda del presidente a un mes de las elecciones en EE UU y da al traste con el intento de borrar la pandemia del debate político
La campaña electoral estadounidense entró en territorio inexplorado la madrugada de este viernes al confirmarse que el presidente, Donald Trump, ha dado positivo por coronavirus, al igual que su esposa, la primera dama, Melania. El contagio cambia el tablero de juego a justo un mes de la crucial cita con las urnas. Aunque solo muestra síntomas leves, el republicano tendrá que suspender su agenda durante días, y el intento de hacer olvidar la pandemia, que se ha cobrado la vida de más de 207.000 personas en Estados Unidos, se ha dado de bruces con su propia realidad.
El episodio sella de forma irónica un largo proceso: el que ha pasado desde que Trump ocultó deliberadamente la gravedad del virus, quitando hierro a la crisis y negándose a usar mascarilla durante meses, hasta sufrirlo él mismo en sus carnes. La agenda inmediata de Trump, que con 74 años se encuentra en edad de riesgo, ha quedado automáticamente cancelada. Este viernes tenía previsto hacer campaña en Florida, uno de los territorios cruciales el 3 de noviembre, y celebrar un mitin el sábado en Wisconsin, otra plaza decisiva.
A diferencia del demócrata Joe Biden, de 77, el presidente estaba tratando de llevar a cabo un programa de actos electorales lo más tradicional posible, pese a las restricciones por la pandemia. Este martes, en el turbulento debate, Trump se mofó incluso de las precauciones que su rival en las urnas estaba tomando por la covid-19. “Me pongo la mascarilla cuando es necesario. No me la pongo todo el rato como él [refiriéndose a Biden], que incluso se la pone aunque esté hablando a 60 metros de distancia de mí”, espetó.
No se conoce aún si para entonces podría estar ya contagiado. Las alarmas sonaron al final de la tarde del jueves, cuando la Casa Blanca confirmó el positivo de Hope Hicks, de 31 años, una de las más estrechas colaboradoras del presidente, y el republicano anunció que se recluía en cuarentena a la espera de resultados, una medida de prevención que no había tomado en otros casos de contagios con personal cercano. Cerca de la una de la madrugada, hora de la costa Este de Estados Unidos, Trump publicó en Twitter: “Esta noche, la primera dama y yo hemos dado positivo en las pruebas de Covid-19. Empezaremos inmediatamente nuestra cuarentena y proceso de recuperación. Saldremos de esta JUNTOS”.
Y la recta final de la campaña, para la que quedan cuatro semanas, entró en territorio desconocido. Los futuros de Wall Street sufrieron la incertidumbre con una bajada del 1,5% y lastraron los mercados europeos. El jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, detalló este viernes que el mandatario se encuentra bien y tan solo sufre síntomas leves —al igual que Melania Trump—, que se encuentra “con mucha energía” y sigue trabajando, pese a la reclusión. El vicepresidente, Mike Pence, que como número dos del Gobierno debería tomar las riendas en caso de que Trump quedase incapacitado, ha dado negativo tras someterse a una prueba cuyos resultados se han conocido este viernes.
El contagio de Trump ha llevado a todos los que le rodean a hacerse pruebas de inmediato, empezado por el propio Biden, que el martes compartió 90 intensos minutos en la misma sala discutiendo sin mascarilla con el presidente. A las doce y media de la tarde, hora de Washington, su médico comunicó que el test realizado no había detectado rastros de covid-19. La hija y asesora presidencial, Ivanka Trump, y su esposo y asesor, Jared Kushner, también dieron negativo, al igual que el hijo menor, Barron, de 14 años.
Es el último vuelco que da esta campaña presidencial de 2020, que comenzó con el tercer impeachment a un presidente en la historia de Estados Unidos, siguió con la peor pandemia en un siglo, la recesión económica más grave en 70 años, y luego, este verano, con la mayor ola de protestas contra el racismo que el país vivía desde el asesinato de Martin Luther King. El fallecimiento de la jueza del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg, hace dos semanas, colocó la batalla por la máxima autoridad judicial en el centro de la campaña; la revelación posterior de los mínimos impuestos pagados por Trump en los últimos 20 años añadió gasolina al fuego. La pandemia ha sido el último giro del guion, en el momento más indeseable para el republicano, unas últimas semanas clave para recuperar terreno en los sondeos.
Según el promedio de encuestas que elabora Real Clear Politics, una de las grandes referencias en sondeos de EE UU, Biden aventaja a Trump en siete puntos a nivel nacional (de 50% a 43%), aunque en territorios de voto pendular y decisivo, como Florida, la diferencia se estrecha y revela que todo está en aire, que la batalla de las próximas semanas será feroz, aunque no esté claro en qué formato, si virtual o personal. No es seguro, siquiera, que el siguiente debate presidencial programado, el 15 de octubre, vaya a tener lugar. El primero, el del pasado martes, resultó tan caótico y vulgar, con insultos y salidas de tono, sobre todo por parte de Trump, que el comité organizador anunció un cambio de reglas.
Este viernes, Biden deseó a Trump una pronta recuperación. La presidenta de la Cámara de Representantes, la influyente demócrata Nancy Pelosi, calificó de “triste y trágica” la noticia y aprovechó para confiar en que el caso resulta aleccionador. “Si la gente ve que el presidente y la primera dama, con toda la protección que tienen, aún tienen riesgo de contagiarse, puede servir de lección”, dijo en una entrevista televisiva. También ella se acaba de someter a pruebas. La compañera de carrera de Biden, la candidata a vicepresidenta, Kamala Harris, comunicó a media mañana que había dado negativo.
Trump, cuya errática gestión de la pandemia ha desencadenado una tormenta de críticas, ha entrado a formar parte de esas estadísticas que tanto le perjudican, las que colocan a Estados Unidos en el epicentro de la crisis sanitaria, con siete millones de casos confirmados desde el inicio de la pandemia. El republicano es también el último de los presidentes que han acabado víctimas del coronavirus después de haber quitado hierro a sus riesgos. El brasileño Jair Bolsonaro, el bielorruso Aleksandr Lukashenko o el británico Boris Johnson.
En la gran pandemia de hace 100 años, la de la mal llamada gripe española, también el entonces presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, resultó contagiado. Era el epílogo de la Primera Guerra Mundial y la Conferencia de Paz de París, en enero de 1919, se convirtió en un foco para los negociadores. No le agarró, aun así, a cuatro semanas de la reelección.
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