Un centenar de personas que creyeron haber visto a Martín Ezequiel Álvarez Giaccio han avisado a los Mossos en tres semanas de búsqueda.

Martín Ezequiel Álvarez Giaccio, el hombre que mató a su hijo de dos años en un hotel de Barcelona y se dio a la fuga, se suicidó a las pocas horas de cometer el crimen. Los Mossos d’Esquadra localizaron su cadáver el miércoles, después de tres semanas de intensa búsqueda en la que recibieron más de un centenar de avisos de ciudadanos que creyeron haberle visto. De nada sirvieron las llamadas porque Álvarez se había quitado la vida esa misma noche del 24 de agosto: la unidad subacuática de la policía encontró su cuerpo colgado de un árbol en una zona boscosa y de difícil acceso en el delta del río Llobregat, junto al aeropuerto de El Prat.

El comisario portavoz de los Mossos, Joan Carles Molinero, y el jefe de investigación de Barcelona, el inspector Josep Naharro, han ofrecido este jueves más detalles sobre la búsqueda de Álvarez, que desde que ocurrieron los hechos el pasado 24 de agosto se había convertido en una prioridad para el cuerpo. Los Mossos movilizaron a todas sus unidades y trataron de dar con él “por tierra, mar y aire”, describió el inspector, en una lucha contra el reloj en la que se han empleado helicópteros y drones.

Las cámaras de vigilancia del hotel Concordia, en el Paral·lel, mostraron la huida de Álvarez. Después de matar a su hijo de dos años para vengarse de su mujer, que se había separado de él, el hombre salió hacia el exterior vestido con ropa deportiva y abandonó el hotel saltando la valla de la piscina. Después se dirigió al aeropuerto de Barcelona, donde se le perdió el rastro. Los investigadores desconocen el motivo por el que acudió a El Prat, aunque no creen que pretendiera abandonar el país. “Una hipótesis es que quisiera despistarnos, pero no lo sabemos con certeza”, ha explicado Naharro.

Apenas dos días después, los Mossos, de acuerdo con la juez que ha liderado la instrucción del caso, difundieron la fotografía y la identidad de Álvarez y solicitaron la colaboración ciudadana. En tres semanas, han recibido alrededor de un centenar de llamadas sobre posibles “avistamientos” del hombre en Cataluña. “Todas las informaciones han sido investigadas y trabajadas”, ha explicado el comisario Molinero. Un ciudadano explicó que había visto a un hombre haciendo autostop cerca de Barcelona. Los Mossos siguieron al vehículo que recogió al hombre y le identificaron: era un turista que regresaba a Holanda. Otra persona llamó para explicar que vio a alguien sospechoso durmiendo en el bosque. Un payés alertó de que alguien le había robado la fruta y sospechaba que fuese el padre del menor asesinado.

La policía ha mostrado su agradecimiento a la ciudadanía, si bien ninguna de las pistas condujo hasta Álvarez. Su cuerpo permanecía, desde pocas horas después de los hechos, en una zona de muy difícil acceso junto a la carretera que conduce a la zona de servicios aeroportuarios de El Prat. “El forense aún no ha podido determinar el día [del suicidio]. Pero su muerte puede ajustarse a la misma noche de los hechos o en horas posteriores a la muerte del niño”, ha explicado Naharro.

La unidad subacuática llevaba días peinando la zona del delta del Llobregat y el miércoles, alrededor de las 13.15 horas, dio con el cadáver. Desde el primer momento, los Mossos sospecharon que se trataba de Álvarez, aunque hasta este jueves no han podido comprobar su identidad mediante el cotejo de huellas dactilares. La víspera, sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) afirmó que se había identificado “plenamente” a Álvarez.

Durante este tiempo de búsqueda, los Mossos han ofrecido protección durante las 24 horas del día a la exmujer de Álvarez y madre del niño fallecido. “Lo hemos hecho dada la gravedad de los hechos y sin saber dónde estaba el principal investigado”, ha explicado Naharro, que ha detallado además que se le ha ofrecido asistencia psicológica.

// El País