Poca agua nos deshidrata y mucha nos ahoga, poca luz nos da penumbra y mucha nos encandila.
Si caminamos lento llegaremos tarde y si corremos tal vez no lleguemos. Si tan solo pudiéramos equilibrar un poco más la vida en nuestro país, entonces sí sería un “país maravilloso”.
Lo que hace que un país sea maravilloso es cuando su gente siente que lo más importante para el estado son ellos. Cuando sentimos que nos dan el primer lugar, que les importamos, que somos especiales, cuando nos sentimos amados y protegidos ya llegó lo principal, lo demás llegará por añadidura.
Pero también es doloroso percibir la sensación que no le importamos al estado. Como cuando la balanza del equilibrio está adulterada, y sigue marcando que todo está distribuido equitativamente, que a todos les alcanza el pan del sustento diario, que las ganancias que produce el estado se distribuyen a todos por igual.
Como cuando la balanza del equilibrio nos dice que dentro de poco ya alcanzará al resto, que por ahora solo a los que invierten en la macroeconomía. Pero se olvidan que la gran mayoría ya no tienen reservas para seguir aguantando los proyectos de los grandes capitalistas.
Y cuando me refiero a reservas es tan simple que no necesitamos tener un pos grado en economía para entenderlo; es un simple plato de comida diaria para la familia, es poder pagar los servicios básicos, que ningún ser querido sea arrebatado por la muerte por falta de insumos médicos, que el don que Dios les dio a nuestros hijos no sea apagado por un sistema educativo improvisado.
Da la sensación que mirar la balanza del equilibrio desde las oficinas del estado o desde los bellos sillones del parlamento, produce aparentemente un error en la percepción llamado ilusión; les hace percibir que el país vive en equilibrio o que está muy cerca de él.
Pero cuán lejos está de la realidad. Si desean tener otra visión, si quieren sentir la realidad del pueblo, deben llegar al mediodía a una casa campesina o de algún barrio sin previo aviso; la solidaridad que nos caracteriza les llevará a sentarse a la mesa y el menú no puede extrañar al invitado, ya que es el fruto de su inoperancia o de su malversación.
También pueden visitar algún enfermo de alguna compañía y se darán cuenta que con muy poco se podría recuperar la salud de un ciudadano. Con muy poco se podría ver chacras vivas y no olvidadas.
La pregunta es la siguiente ¿Cómo entenderán lo que es equilibrio si toda su vida vivieron desequilibrados? Ubicados del lado de la balanza donde pocos son los dueños de casi todo, donde pocos deciden por todos arbitrariamente interpretando y usando las leyes según les convenga; la fuerza pública es el brazo ejecutor de los pocos produciendo dolor a los muchos; el mal uso del poder de la comunicación creando diariamente cortinas de humo, ocultando lo oscuro detrás de telones blancos.
Cuántos políticos fueron hipnotizados por los brillos de las monedas y pasaron a ubicarse del lado de los pocos, desequilibrando aun más la balanza, usando los fueros parlamentarios como escudo para poder seguir delinquiendo.