El contraste entre el canal paraguayo y el canal argentino es notorio. El nuestro se encuentra totalmente colmatado, mientras Argentina riega generosamente el suelo de la provincia de Formosa. El gobierno de Horacio Cartes fracasó en la responsabilidad de recuperar el Pilcomayo.
La embocadura del canal paraguayo en el Pilcomayo presenta un aspecto desolador: un silencio sepulcral en medio de un inmenso arenal.
El agua que se observa en el canal no corre, se halla estática y solo el viento genera la impresión de movimiento.
No hay agua. No hay río.
Para colmo de males, nuestra embocadura se encuentra en territorio argentino. No podemos trabajar en el lugar sin permiso previo de Buenos Aires.
No terminan las malas noticias: el cauce principal del Pilcomayo retrocedió 7 kilómetros.
Desde 1992, año en que se acordó la apertura de los canales, es la primera vez que el cauce retrocede.
Hasta el año pasado, Argentina y Paraguay compartían 60 kilómetros del río; ahora tenemos 53 kilómetros en común.
En términos prácticos, Paraguay está perdiendo soberanía sobre el río. Si el retroceso continúa, puede llegar el momento en que nuestro país pierda complementa al Pilcomayo.
La colmatación total del canal, el retroceso del cauce y la embocadura en territorio argentino son consecuencias de la inacción del Ministerio de Obras Públicas, el Ministerio de Hacienda y la Comisión Nacional del Pilcomayo.
Tres instituciones gubernamentales no cumplen la tarea constitucional de defender la soberanía nacional y dar cumplimientos a diversas leyes que obligan a proteger al río.
Una desidia absoluta, una irresponsabilidad extrema dan como resultado tres años consecutivos sin las aguas del río.
El gobierno de Horacio Cartes no tiene como prioridad al río. Esto se puede comprobar fácilmente al observar dos secretarías de Estado y una comisión nacional sin cumplir sus tareas.
Negociar nuevos acuerdos con Argentina
La distribución de aguas por medio de canales es resultado de acuerdos establecidos en 1991; la apertura de ambas embocaduras data de 1992.
En el terreno se tiene una nueva realidad: retroceso del río, colmatación de ambas embocaduras y la necesidad de fijar un nuevo punto de apertura de canales.
En las condiciones actuales ninguno de los dos países se ve favorecido: Paraguay no tiene embocadura dentro de su territorio, y Argentina se ve obligada a recibir todos los sedimentos que transporta el río.
Argentina necesita en forma urgente que Paraguay abra su canal. La carga anual de sedimentos que transporta el río, 90 millones de metros cúbicos de arena, pone en peligro su sistema de conducción de agua.
Así como están las cosas, ambos países necesitan perentoriamente revisar el acuerdo bilateral del Pilcomayo.
Esto implica que los mejores técnicos y especialistas que pueda disponer el Paraguay deben estar al servicio de una causa nacional: recuperar las aguas del Pilcomayo.
Esta labor es un desafío extraordinario para la ciencia, ante el desafío de ver cómo manejar la inmensa cantidad de sedimentos que cada año vienen con las aguas.
Lamentablemente, la administración de Horacio Cartes no tiene ningún interés por la suerte del río.
Una biodiversidad impresionante gira en torno al valle de inundación del río; es un recurso que la Nación no puede perderlo.
A esto se suma la producción de 1.200.000 cabezas de ganado en el área, una cuarta parte del ganado nacional.
Paraguay no puede perder al Pilcomayo.
Una pesca abundante
En el lado paraguayo del canal no hay agua. Todo está completamente seco.
La visión es completamente diferente del lado argentino.
El agua entra en forma abundante y el río se escurre totalmente en Formosa.
Lo primero que resalta es la inmensa cantidad de aves. Impresionante la visión de la cual se puede disfrutar.
Lo segundo, indígenas pescando.
A lo largo del canal argentino se encuentran una serie de comunidades cuyos integrantes pueden llegar hasta el Pilcomayo para pescar.
Las aguas del río son muy generosas, conste que estamos en período de aguas bajas, pero de igual modo abundan las piezas.