La creciente brecha entre oferta y demanda promete una escalada aún mayor en las próximas semanas. Goldman Sachs apunta a los 90 dólares por barril de ‘brent’ a final de año
Dos años y 11 meses largos. Ese es el tiempo transcurrido desde la última vez que el barril de crudo brent superó por última vez el umbral de los 80 dólares. Este martes, la principal referencia petrolera en Europa ha rebasado de nuevo esa barrera a lomos de la recuperación económica pospandemia, de crecientes dudas sobre si la oferta actual —limitada artificialmente por el cartel de la OPEP, el paraguas que agrupa a varios de los mayores países productores— será suficiente para colmar el renovado apetito global y de unas reservas almacenadas mucho menores de lo que se pensaba. Atrás, muy atrás, quedan ya aquellos días de abril del año pasado en los que la expansión de la covid-19 a lo largo y ancho del mundo obligaba a no pocos inversores a pagar por deshacerse de los barriles que tenían en cartera y a los que no lograban dar salida.
En lo que va de 2021, el precio del barril de brent acumula una subida superior al 50%, cifra a la que hay que sumar las alzas registradas en el tramo final del año pasado, cuando la incipiente recuperación y las noticias positivas sobre la vacuna ya habían empezado a calentar los mercados de materias primas. Pero en estas últimas semanas se han sumado dos factores más al peligroso cóctel que es para Occidente el encarecimiento de la energía —más inflación y una dentellada para el poder de compra de los consumidores—: la creciente demanda de China y de Asia en su conjunto, y un creciente temor al desabastecimiento de combustibles en el Reino Unido que ha hecho saltar las alarmas y que ha desatado las compras de pánico. Un punto más de desequilibrio en un mercado ya de por sí descompensado.
Pese a la subida acumulada, prácticamente nadie en el mercado se atreve a dar por concluida la escalada. El último gran nombre en elevar sus expectativas para el crudo ha sido el gigante estadounidense de la inversión Goldman Sachs, que ya apunta a los 90 dólares por barril como próxima meta en un horizonte nada lejano: final de año. “Aunque nuestra visión sobre el petróleo siempre ha sido alcista, el desequilibrio actual entre la oferta y la demanda es mayor de lo que habíamos previsto”, escriben sus analistas en un informe publicado este lunes, horas antes de que el brent rebasase la cota de los 80 dólares. “El repunte va a continuar”, refrenda a AFP John Driscollo, de JTD Energy Services. “No veo evidencia de que haya tocado techo”.
Ni la variante delta del virus ni los temores en torno el efecto adverso de los cuellos de botella en las cadenas de suministro sobre el crecimiento mundial parecen suficientes para aliviar la presión alcista. La recuperación de la demanda global de crudo ha sido “incluso más rápida de lo que decían nuestros pronósticos”, completan los especialistas en energía de Goldman Sachs. Y la escasez de reservas a la que apuntan las últimas lecturas publicadas en algunos de los principales países tampoco ha ayudado a estabilizar las fuerzas en el mercado petrolero. Todo lo contrario.
El efecto arrastre del gas natural
El estirón del gas natural en las últimas jornadas ha sido la puntilla para el crudo. Aunque distan mucho de ser sustitutos perfectos, ante su encarecimiento acelerado “algunos países asiáticos se están lanzado a comprar grandes cantidades de crudo para utilizarlos en plantas de generación de electricidad con fuel-oil”, explica por teléfono Gonzalo Escribano, especialista del Real Instituto Elcano.
A diferencia de en octubre de 2018, la última vez que el crudo rebasó los 80 dólares, en esta ocasión el horizonte luce despejado de riesgos geopolíticos de relevancia para los países productores. “Es todo una cuestión de fundamentales de mercado: mucha más demanda, con los temores sobre un posible resurgimiento del virus muy atenuados, y oferta restringida por los efectos del reciente huracán Idasobre el golfo de México, con una Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que no tiene incentivos para aumentar la producción y a la que le interesan los precios altos, y con unos productores de fracking en Estados Unidos que no están bombeando como otras veces”, explica Escribano. “Hay algo de sobrerreacción y los precios pueden retraerse después del invierno, pero hasta entonces es probable que sigamos viendo subidas”.
// El País