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En los últimos años, la educación  en nuestro país se ha vuelto un negocio rentable para los diferentes estamentos; desde las máximas autoridades de la cartera de educación, pasando por  legisladores, proveedores del estado, gobiernos departamentales, locales y hasta grupos de directores, docentes y padres de familia. Más allá de pensar en la calidad de educación de los niños y jóvenes se ha vuelto más interesante el beneficio económico que se puede obtener o el espacio de poder al que se pueda llegar.

 

 

 

 

 

Las diferentes dependencias del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), no son más que pequeñas seccionales donde se ubican a los allegados de las autoridades como cupos políticos, las más de 100 direcciones es un claro ejemplo cuando según un trabajo realizado por la organización “Juntos por la Educación”, unas 30 son suficiente para atender los reclamos, el resto cumplen las mismas funciones o peor aún, existen sin saber cuáles son sus funciones.

 

 

Más del 90 % del presupuesto es destinado para salarios y gastos, y sólo el 1% para obras de infraestructura, el resultado,  escuelas que caen a pedazos poniendo en riesgo la vida de quienes llamamos el futuro de nuestro país.

 

 

Los gobiernos departamentales y municipales, no han hecho otra cosa que lucrar con la vida de los niños, con aulas construidas de manera precaria o parches en algunas de ellas, con elevados costos donde sólo se busca el porcentaje de las licitaciones para el bolsillo de quienes lo administran. Peor aún, se negocian con el hambre de los niños.

 

 

Pero los hechos de corrupción, han llegado hasta los últimos niveles de la educación, un claro ejemplo, lo ocurrido recientemente en una de las instituciones emblemáticas de la ciudad de Coronel Oviedo, donde se organizan festivales con la excusa de demostrar las cualidades artísticas de los jóvenes, debiendo los padres asumir los gastos de; vestimenta, coreógrafos e incluso el pago de entradas para ir a ver a sus hijos, pero la ganancia obtenida fue depositada en cuenta de un grupo reducido de docentes para el viaje de fin de año.

 

 

Pasando por las universidades de garaje que expiden títulos sin autorización o a cambio de una suma de dinero, sin importar que quienes accedan a ellas, deberán atender a pacientes en los hospitales públicos.

 

 

Estamos finalizando el año escolar prácticamente sin avanzar, donde el propio ministro espera que culmine el año para “dormir tranquilo”.

 

 

La educación es un compromiso de todos, es momento que la ciudadanía asuma la responsabilidad real de velar y exigir que las autoridades den un buen uso del dinero público y en verdad trabajemos por la calidad de la educación que repercutirá en el beneficio de toda la nación, y no solo en un negocio para unos pocos.