Roxana Ruiz, de 21 años, lleva tres meses en prisión preventiva por matar a su presunto agresor en Nezahualcóyotl, uno de los municipios del Estado de México más peligrosos para las mujeres.

Roxana Ruiz, de 21 años, llegó hace siete años a Nezahualcóyotl, en el Estado de México, desde el municipio de Pinotepan, en Oaxaca. Se instaló junto a su esposo y su hijo, que ahora tiene cuatro años; terminó la secundaria y empezó a trabajar en un puesto de papas fritas. Pero desde hace tres meses permanece encerrada de forma preventiva en un penal de Nezahualcóyotl por matar a un hombre que presuntamente la violó y después quiso asesinarla. La “ultrajó”, la “humilló” y la “lastimó”, según cuenta en una carta. Este lunes es la segunda audiencia por su caso: “Él me había violado y yo solo quise defenderme”.

El 8 de mayo, Ruiz terminó su jornada laboral y unas mujeres que trabajaban frente a su puesto de papas la invitaron a tomar unas cervezas, se lee en el escrito difundido por su madre y recogido por colectivos feministas. “No tengo casi amigas y accedí. Ese fue el peor error”, escribe la mujer, que al poco tiempo de llegar al Estado de México se separó de su marido. “Solo tomé una cerveza y les dije que me iba”, relata la joven. En ese momento, explica, apareció un chico que ella conocía de vista y se ofreció a acompañarla hasta su casa. “Cuando llegamos se puso necio. Me insistió en que vivía muy lejos, que lo dejara quedarse a dormir en mi cuarto”. Por miedo, cuenta, finalmente accedió.

Ruiz colocó una colchoneta en el piso, pero el hombre se subió a su cama. “Me empezó a quitar la ropa, me golpeó, me violó. Yo estaba en shock. Pasé momentos horribles, sentí su aliento, sus manos, cuando me penetró”, escribe la mujer. Entonces le dio un golpe en la nariz a su agresor, que empezó a sangrar y la amenazó. “Te vas a morir”, le dijo y siguió pegándole. En un momento de distracción, asegura Ruiz, tomó una camiseta y lo asfixió. “No quería que él lastimara a nadie más. Me sentí sola, denigrada”.

Ruiz fue detenida por la policía en Nezahualcóyotl, uno de los municipios del Estado de México más peligrosos para las mujeres, con el cadáver del presunto agresor en una bolsa. “Les dije que sí lo había asesinado”, cuenta en la carta que escribió desde el centro penitenciario Bordo de Xochiaca y continúa: “Insistí en que fui violada, pero nunca me realizaron pruebas (…), no tomaron fotografías, no tomaron en cuenta mi declaración”. Ruiz fue enviada a prisión preventiva acusada de homicidio y de un delito contra el respeto a los muertos ya que, según un comunicado de la Fiscalía, el cuerpo estaba cortado en diferentes partes. El ministerio público destaca en su escrito que “tanto la víctima como la mujer se encontraban ingiriendo bebidas alcohólicas”, pero no menciona las declaraciones de Ruiz.

“En ningún momento, la autoridad ha investigado este proceso con perspectiva de género”, critica Elsa Arista, integrante del colectivo Nos queremos vivas de Nezahualcóyotl. En ese municipio existe una alerta por feminicidios desde 2015 y otra por desapariciones desde 2018. “Nos sorprende que la autoridad siga trabajando de esta forma aunque tengamos una alerta”, señala Arista, que se queja de que la policía no aplique los protocolos correspondientes, y continúa: “Nos preocupa que quienes están juzgando no tomen en cuenta el contexto en el que estamos viviendo las mujeres en el Estado de México”.

Cuando se fundó el colectivo, hace cuatro años, siete mujeres eran asesinada cada día por la violencia machista en México; actualmente, hay casi 11 feminicidios diarios, de acuerdo con las estadísticas oficiales. En los primeros cinco meses de 2021, los feminicidios se han incrementado un 7,1% con respecto al mismo periodo del año anterior, según los datos de la Secretaría de Seguridad Pública. Otros delitos como las violaciones todavía han crecido más: un 30% en comparación con los mismos meses de 2020, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. “No hemos avanzado porque no hay voluntad política de los gobiernos. No somos prioridad para ellos”, asegura Arista y agrega: “Defender la vida es un derecho que ejercemos nosotras porque el Estado no nos los está garantizando”.

Este lunes, Ruiz espera la segunda audiencia de su caso. Su madre viajará desde Oaxaca para estar presente. La primera abogada que contrató la familia “no ayudó al caso”, según la joven, que ahora cuenta con un abogado de oficio. “Si no me hubiera defendido sería una más en la lista de desaparecidas o asesinadas. Mi único delito fue defenderme del hombre que me violó”, lamenta. Según escribe, no es optimista acerca del desenlace de su caso: “Sé que seré condenada por defender mi cuerpo, por defenderme como mujer, por haber castigado a mi agresor, por no haberme quedado callada y por haber actuado (…) Tal vez debí dejar que mi agresor se saliera con la suya para no tener que vivir esto que vivo”.

// El País