Palmeiras y Santos se enfrentarán este sábado en una nueva final de la Copa Libertadores entre equipos brasileños necesitados de alegrías y que buscarán la gloria en un escenario histórico: el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Sin la presencia de público en las gradas, el torneo de clubes más prestigioso del continente pone fin a una edición atípica marcada por la pandemia del nuevo coronavirus, que sigue causando estragos en Brasil y el resto de América.
Los dos finalistas han sufrido de cerca la covid-19 con brotes importantes en sus plantillas a lo largo de la temporada, aunque para la decisión del sábado ambos contarán prácticamente con sus onces de gala.
Desde 2006 dos clubes brasileños no se encontraban en una final de Libertadores.
Entonces, Internacional sumó su primer título a costa del Sao Paulo, que venía precisamente de ganar su tercera copa el año anterior tras derrotar a otro brasileño, el Athletico Paranaense. La del Maracaná será la tercera final de la competición entre equipos de Brasil.
Esta vez miden sus fuerzas Santos, que persigue su cuarta corona, y Palmeiras, que apenas cuenta con la Libertadores que conquistó en 1999.
Ambos evitaron una nueva final argentina entre Boca Juniors y River Plate, pero solo uno sucederá al Flamengo, campeón en 2019.
Del Santos nadie esperaba a principio de temporada que pudiera llegar al Maracaná. El club albinegro navega en medio de la peor crisis financiera e institucional de sus últimos tiempos.
Deudas millonarias, causas abiertas en la Justicia, retrasos en el pago de salarios, sanciones que le impidieron fichar y un presidente destituido. Con esos ingredientes empezó la campaña.
Pero ha conseguido sobreponerse, al menos en el apartado deportivo, gracias a su prolífica fábrica de futbolistas, de donde salieron Pelé, Neymar, Robinho, ‘Gabigol’ y más recientemente Rodrygo Goes.
Ante la imposibilidad de acometer grandes inversiones en nuevas contrataciones, el técnico Alexi Stival ‘Cuca’ echó mano de la cantera y asentó en el primer equipo a un nutrido grupo de jóvenes promesas. La más prometedora, su delantero centro titular, Kaio Jorge, de 19 años.
Campeón del mundo con la selección brasileña Sub’17, el joven atacante lleva anotados cinco goles en esta Libertadores.
En el Maracaná formará una línea de ataque junto con el venezolano Yeferson Soteldo y Marinho, líder del elenco, quien intentará seguir los pasos de Pelé y Neymar, protagonistas de las tres Libertadores que tiene la entidad (1962, 1963 y 2011).
También estará previsiblemente su capitán, el centrocampista Alison, liberado para jugar por la Conmebol tras cumplir diez días de cuarentena y pese a que dio positivo en coronavirus en la última batería de análisis.
Palmeiras también ha pasado por algunas turbulencias que ha conseguido superar desde la llegada al banquillo, hace apenas tres meses, del técnico portugués Abel Ferreira, en sustitución de Vanderlei Luxemburgo.
El luso cambió la dinámica del equipo y lo condujo hasta la final de la Libertadores y la Copa de Brasil, que disputará en febrero con Gremio.
La campaña del conjunto verde en la Libertadores ha sido casi inmaculada. Fue el mejor equipo en la fase de grupos, junto con Santos, e hizo de su estadio, el Allianz Parque, un fortín que únicamente asaltó de forma pírrica River Plate en la vuelta de las semifinales.
El rigor defensivo es uno de sus fuertes, sostenido en parte por la pareja de centrales, formada por el paraguayo Gustavo Gómez y el brasileño Luan, a la que se suma la profundidad del lateral uruguayo Matías Viña. Pero también su capacidad goleadora con Rony y Luiz Adriano como puntas.
En el centro del campo ha emergido la figura de Gabriel Menino, quien con tan solo 20 años ya es internacional con la absoluta brasileña. El experimentado volante y capitán, Felipe Melo, está recuperado de su lesión en el tobillo, pero es difícil que salga de inicio por falta de ritmo.
Otra pieza desequilibrante en el cuadro de Ferreira es el extremo brasileño Gabriel Veron, de 18 años, campeón del mundo Sub’17 y en la órbita ya de algunos clubes europeos, si bien aún no es titular indiscutible y previsiblemente comenzará desde el banco de reservas.
La final por la «Gloria Eterna», como así la ha bautizado la Conmebol, será arbitrada por el argentino Patricio Loustau y transmitida a 191 países del mundo.
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