El 1% más rico de la población mundial es responsable de la misma cantidad de emisiones de carbono que los dos tercios más pobres del planeta, es decir 5.000 millones de personas, según un análisis publicado por la organización sin ánimo de lucro Oxfam Internacional.
Aunque la lucha contra la crisis climática es un reto compartido, no todo el mundo es igual de responsable y las políticas gubernamentales deben adaptarse en consecuencia, explicó a la AFP Max Lawson, coautor del informe.
“Cuanto más rico seas, más fácil te resultará reducir tus emisiones personales y las de tus inversiones”, afirmó. “No necesitas ese tercer auto, o esas cuartas vacaciones, o no necesitas tener inversiones en la industria del cemento”.
El reporte, titulado “Igualdad climática: Un planeta para el 99%”, se basa en una investigación gel Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI) y examina las emisiones de consumo asociadas a distintos grupos de ingresos hasta el año 2019.
Se publicó mientras los líderes mundiales se preparan para reunirse en la cumbre del clima COP28 de Dubái a finales de este mes, con temores crecientes de que pronto sea imposible limitar el calentamiento a largo plazo a la meta de 1,5 grados centígrados.
Entre las principales conclusiones de este estudio se encuentra que el 1% más rico del mundo (77 millones de personas) es responsable del 16% de las emisiones mundiales relacionadas con su consumo.
Es la misma proporción que representa el 66% de la población mundial con menos ingresos, exactamente 5.110 millones de personas.
El umbral de ingresos para formar parte del 1% de la población mundial más rica se ajustó por países utilizando la paridad del poder adquisitivo: por ejemplo, en Estados Unidos sería de 140.000 dólares, mientras que el equivalente en Kenia sería de unos 40.000 dólares.
El mensaje clave de este informe, según Lawson, es que las medidas políticas deben ser progresivas.
“Creemos que a menos que los gobiernos promulguen una política climática progresiva, en la que se pida a las personas que más emiten que hagan los mayores sacrificios, nunca conseguiremos una buena política al respecto”, afirmó.
Las acciones podrían incluir, por ejemplo, un impuesto por volar más de diez veces al año o un gravamen sobre las inversiones no ecológicas mucho más alto que aquel sobre los proyectos amigables con el medioambiente.
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