La sicóloga Marian Piñánez resume algunas pautas que ayudarán a afrontar con mayor eficacia las dificultades del día a día.

El estrés y la ansiedad son reacciones y estados generados por diversas situaciones. Son considerados respuestas fisiológicas que permiten realizar distintas tareas, pero que, al presentarse de manera exacerbada y prolongada, pueden convertirse en patologías y afectar la salud. La sicóloga clínica Marian Piñánez sugiere algunos métodos para manejar estas patologías.

Estrés y ansiedad

Para abordar este tema primeramente es muy importante conocer los conceptos de ansiedad y estrés. La ansiedad es un estado de preocupación constante y produce en el cuerpo adrenalina (hormona de emergencia) que debería de activarse cuando hay peligro. La persona con ansiedad manifiesta aceleramiento, tiene palpitaciones, angustia, opresión torácica, sensación de ahogo o falta de aire y muchos pensamientos negativos.

“En la mayoría de los casos estos síntomas de ansiedad le llevan de forma inconsciente a la persona a comer, fumar y/o tomar alcohol en exceso para calmar los síntomas”, explica la sicóloga.

El estrés, sin embargo, es un estado de sobrecarga, cuando la capacidad de resistencia de una persona es menor de lo que carga y produce en el cuerpo cortisol, provocando los siguientes síntomas: irritabilidad, dolores de cabeza, dolores musculares, insomnio y fatiga.

El estrés consta de tres partes: alarma, resistencia y agotamiento. “La alarma es cuando por ejemplo recibís la noticia de que un familiar cercano está internado en el hospital por alguna enfermedad; la resistencia se da cuando empezás a cuidar a ese familiar en medio de otras responsabilidades que debés cumplir; posterior a eso se viene el agotamiento, donde la persona se queda totalmente sin energía, pudiendo esto derivar en una depresión”, explica la profesional.

Es de suma importancia saber que altos niveles de estrés bajan las defensas del cuerpo y la persona puede adquirir otras enfermedades en consecuencia.

Cómo manejar las patologías

Ambas patologías son posibles manejar de una manera adecuada para reducir y mitigar su impacto sobre la salud. Por un lado, actuando sobre su causa y, por otro, aumentando la resistencia ante ellos; mediante herramientas que ayuden a aceptar esas circunstancias y mejorar la conducta ante ellas, y con la incorporación de hábitos de vida saludable.

En primer lugar, se deben identificar los distintos disparadores de ansiedad y estrés en la vida. “Ejemplo, me causan ansiedad la falta de trabajo y la incertidumbre del futuro. Me causan estrés la sobrecarga de trabajo, los hijos, el tráfico en las calles, etc.”, cita.

La especialista aconseja determinar cuál de esos disparadores se podría eliminar de la vida y cuáles no. “Los disparadores que van a seguir estando en mi vida debo de encontrarles una vía de escape saludable. Como hacer actividad física. Eso ayuda mucho a canalizar la ansiedad y el estrés”, aconseja.

El ejercicio físico reduce la intensidad del estrés y la ansiedad y ayuda a que los episodios duren menos, además de fomentar una sensación de bienestar, siempre que no se haga por obligación. Se recomienda dos horas y media de actividad aeróbica a la semana, como correr, montar en bicicleta o nadar, siempre de acuerdo con las capacidades de la persona. También se tiene que identificar qué actividades desestresan y calman la ansiedad a cada persona. “Escuchar música, poner en palabras lo que te molesta, hacer algún deporte, dormir, etc.”, refiere. “Si te encuentras en esta situación, si el estrés y la ansiedad te supera, no dudes en ponerte en contacto con un especialista de la salud mental. Solicita al sicólogo una primera sesión de consulta en la que estudie en profundidad la situación que atraviesas y allí verá la terapia más indicada”, sostiene la profesional y agregar que dormir seis a ocho diarias por las noches es fundamental, así como tener una dieta saludable, variada y equilibrada, que incluya una gran cantidad de frutas y verduras. “Mantén horarios regulares y tómate tu tiempo para comer con calma. Evita las bebidas con cafeína o alcohol o, si las consumes, hazlo con moderación”, manifiesta.

La buena hidratación y tomar por lo menos dos litros de agua por día son fundamentales. “Y, por último, la palabra clave en salud mental y salud integral es ‘equilibrio’. Para que tengamos una vida sana debemos de buscar ese equilibrio y para eso es importante ordenar nuestra mente y nuestra vida”, concluye.

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