Tras el pedido de bloqueo de una cuenta a causa del cyberbullying, la ministra de la Niñez y la Adolescencia, Teresa Martínez, remarcó el peligro de las redes sociales al relatar la historia de dos menores que fueron engañadas y abusadas en Tacumbú.
La abogada Rocío Riquelme Fretes pidió a la Fiscalía de Delitos Informáticos del Ministerio Público que intervenga para bloquear tres cuentas de Instagram denominadas “banques.trozes” por someter a cyberbullying a una menor de 13 años.
En ese marco, Teresa Martínez, ministra de la Niñez y la Adolescencia, en comunicación con ABC FM, recordó una historia de “terror” pero lamentablemente real que ocurrió en el año 2015 en nuestro país, para resaltar de esta manera el peligro de la exposición en redes sociales:
Dos hermanas cuyos padres tenían el negocio en la propia casa por seguridad de ellas mismas, estudiantes de bachillerato técnico, contaban con una computadora con conexión a internet en la habitación.
Contactaron vía Facebook a la menor de ellas con el perfil de una mujer que supuestamente era periodista de una revista brasilera, quien le dijo que quería producir sus fotos porque tenía un «perfil perfecto». Entonces le pidió que se hiciera unas fotos y las enviara vía internet para modelaje en ropa interior.
A partir de entonces empezó el terror para ellas, porque les mostraron lo que podían hacer con las fotos y le pidió ayuda ‘como amiga’ para que visitaran a un hermano de ella, porque, ‘pobrecito’, ella no podía hacerlo. La menor fue luego a Tacumbú, se encontró con una persona muy «seductora» que la convenció de que era una víctima que estaba injustamente en el lugar.
Entonces, la supuesta mujer –al final de la investigación se descubrió que era una misma persona que creó tres perfiles para «enloquecer» a estas niñas– le exigió nuevas fotos sin siquiera la ropa íntima. En las otras fotos las hacían aparecer en posiciones eróticas y ella tuvo miedo de que llegasen a sus padres.
Le amenazaban, porque ellos podían saber todo a través de Facebook, porque normalmente ellos en su perfil ponían toda la información, sabían en qué escuela entraba la hermanita menor de ellas: le decían que salía a tal hora, que le iban a hacer algo, que sus papás salían a tal hora. Le hacían entrar nuevamente a Tacumbú y esta entrada era supuestamente para entregarle todas las fotos. Fue lo peor que pudo hacer, porque no pidió ayuda y no le contó a nadie.
Fue sola a ese lugar, donde está lleno de delincuentes y este era el peor de ellos. La metieron en una zona: ellos tenían la llave de la pieza, de la oficina. La introdujeron a una salita: la violaron entre dos personas y la filmaron. Con esa filmación, ellos empezaron a pedir de todo.
La hermana le dijo: ‘Yo voy a rescatar las fotos’, no le pidió ayuda a sus padres, a ella la drogaron, la violaron. Empezó la presión a las dos, con la amenaza de que iban a hacer llegar el video a la casa y al colegio de ellas. Cuando finalmente no pudieron más, bloquearon el perfil y llegó un video de la chica al colegio a nombre de su profesora guía. Hasta esos datos tenían.
Llamaron al colegio, dijeron que era el tío de la chica y pidieron hablar con la profesora guía. Ella contestó el teléfono y ahí se quebró, porque vio hasta dónde podía llegar esa persona, que fue quien hizo la denuncia y llevó a la chica a la Fiscalía.
«La persona ya estaba condenada por abuso a menores y tenía acceso absoluto a internet. La maestra llevó a la chica con la Fiscalía. Fue muy difícil contenerlas, fue muy difícil verbalizar la denuncia. Ellas no soportaban verbalizar las cosas”, recordó la ministra, que en aquel entonces se desempeñaba como fiscala de la Niñez.
Finalmente, en 2014, Jorge Abel Pereira y Feliciano López López, reclusos de Tacumbú, fueron condenados a 20 años de prisión más 10 como medida de seguridad, sumando así 30 años. No obstante, el uso de internet por parte de menores de edad sigue siendo un peligro. // ABC Color