Ciudad del Este celebra este 3 de febrero sus 66 años de fundación y la fiesta patronal en honor a San Blas. Por sus características únicas, es considerada la capital más cosmopolita del interior del país, que alberga una diversidad cultural con una impronta urbana única y exótica.

En Ciudad del Este, por sus calles uno puede cruzarse con ciudadanos hindúes, libaneses, japoneses, chinos, coreanos, brasileños, argentinos, alemanes, italianos, españoles, chilenos y uruguayos, además de paraguayos venidos de los más recónditos lugares del país.

La construcción de la hidroeléctrica Itaipú, sumada al fuerte crecimiento comercial, hizo de la capital del Departamento de Alto Paraná un punto fuerte de migración interna y externa, situación que se mantiene hasta hoy en día.

La construcción del Puente Internacional de la Amistad, en 1964, que estrechó los vínculos del país con el Brasil, y la instalación de la represa hidroeléctrica de Acaray, en 1968, que transformó radicalmente el acceso de la población paraguaya al servicio básico, fueron los pilares fundamentales del desarrollo de la zona, hecho que, a su vez, sirvió para estimular la masiva llegada de paraguayos y extranjeros en la región para dedicarse a diversas actividades productivas y de servicios.

Esta urbe se ha convertido en un polo de desarrollo, cimentado en el comercio, que es la principal actividad de sus habitantes. Los festejos en honor al municipio coinciden con un proceso de recuperación de la imagen perdida de la ciudad, impulsado por autoridades, empresarios y la ciudadanía en general.

Fresca mañana
En las postrimerías de 1956 el entonces ministro del Interior Édgar L. Ynsfrán, en conversaciones mantenidas con el presidente de la República, Alfredo Stroessner (fragmento rescatado del libro de Ynsfrán) sugirió la necesidad de concretar la fundación de una ciudad, al término del camino que estaba avanzando hacia las barrancas del Paraná.

Así el 3 de febrero de 1957, por la escarpada barranca del Paraná, un puñado de hombres repechaban un sendero que llegaba hasta la cima, en un claro recién abierto en el bosque, para asistir a la ceremonia de fundación de una ciudad de Puerto Presidente Stroessner, que actualmente lleva el nombre Ciudad del Este.

Estimulados por el fresco de la mañana y por la conciencia de aquel acto trascendente, se cantó con unción el Himno Nacional, mientras se izaba la bandera al tope de una enhiesta tacuara.

Una improvisada cruz confeccionada con maderos del bosquecillo más cercano sirvió para que monseñor Luis Púnzolo, representante de S.S. Pío XII, impartiera la bendición del lugar. Una pequeña tropa militar daba marcialidad a aquella ceremonia, cumplida según el rito de las antiguas tradiciones españolas.

En tubo de bronce, el pergamino del acta fundacional, firmado por los presentes, fue depositado en el bloque preparado para el efecto. Bajo la advocación de San Blas, patrono del Paraguay, la última gran fundación asuncena se habrá concretado.

La ceremonia de la fundación era solo un episodio del amplio espectro socioeconómico y geopolítico que abarcaba aquel acto y cuyas proyecciones tuvieron gran trascendencia nacional.

La visión e intuición geopolítica de la fundación no puede discutirse. Sin dudas el fenómeno de su vertiginoso crecimiento es casi único en la historia y pocos fundadores han tenido el privilegio de ver afianzada su obra.

Ciudad Jardín
La nueva ciudad fue conocida durante bastante tiempo como la Ciudad Jardín, debido a su posición en medio de los altos bosques a orillas del Paraná y a los diversos lugares de recreo y esparcimiento previstos y que se ejecutaron en las primeras planificaciones.

De hecho, entre las primeras obras de la administración de la ciudad figura la instalación de un vivero forestal, ubicado junto a la laguna Yrendy, rumbo hacia el Monday. Pinos, vides y algunas especies frutales fueron las primeras plantas traídas desde Encarnación al vivero forestal de la nueva ciudad.

Entre los proyectos más importantes y que tenían un fondo de desarrollo económico también, se encuentran los planes de reforestación de amplias áreas que habían quedado sin bosques. La variedad de árbol que fue elegida fue el pino que, con el tiempo, serviría de materia prima para la proyectada fábrica de celulosa.

En este punto es interesante destacar un detalle relatado por el ministro Ynsfrán y que refleja la particularidad política del Brasil. En principio, la variedad a ser empleada sería la araucaria angustifolia, conocida con el nombre de curí por los indígenas (de donde proviene la denominación de la capital del estado brasileño de Paraná, Curitiba por curí ñatyva), pero el gobierno del Brasil no permitió la exportación de sus semillas. Finalmente, se optó por el pino Elhiotii, que fue importado desde los Estados Unidos.

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