La política de “tolerancia cero” para erradicar el virus lleva a las autoridades a tomar estrictas medicas frente a la detección de decenas de contagios.
China está luchando contra la propagación de su mayor brote de COVID-19 causado por la variante delta, según las cifras anunciadas el lunes, y los viajeros procedentes de la ciudad de Dalian (al noreste del país) en la que los contagios han crecido más rápidamente que en el resto del país están sujetos a duras normas de cuarentena en las zonas cercanas.
Las autoridades chinas indicaron que el 14 de noviembre se habían notificado 32 nuevas infecciones de transmisión nacional con síntomas confirmados, la mayoría de ellas en Dalian. Esto eleva el número de casos locales desde el 17 de octubre a 1.308, según los cálculos de Reuters basados en datos oficiales, superando los 1.280 casos locales del brote del delta del verano.
Se trata del brote más extenso de esta variante en China, que ha afectado a 21 provincias, regiones y municipios. Aunque es menor que muchos brotes en otros países, las autoridades chinas mantiene su política de tolerancia cero y están ansiosas por impedir cualquier otra transmisión.
Una docena de regiones de nivel provincial contuvieron sus brotes en pocas semanas durante el episodio actual, gracias a la rápida aplicación de un complejo conjunto de restricciones, entre las que se incluyen un riguroso rastreo de contactos, pruebas multitudinarias a personas en zonas de riesgo, el cierre de lugares de ocio y culturales y restricciones al turismo y al transporte público.
Sin embargo, Dalian sigue inmersa en la lucha contra el virus, según ha declarado Wu Liangyou, funcionario de la Comisión Nacional de Salud. En dicha ciudad se gestiona alrededor del 70 por ciento de los productos marinos congelados que llegan a China, según la agencia de noticias Bloomberg. Las autoridades de otras urbes han instado a aumentar los análisis en esta industria para detectar posibles trazas del virus.
Cierre de un campus
Uno de los principales focos detectado en Dalian tiene que ver con los estudiantes, a los que se asocian unos 60 de los más de 200 contagios confirmados.
Las autoridades confinaron a cerca de1.500 alumnos universitarios a sus residencias y hoteles tras un brote de COVID-19 en Dalian, según informó AP. La orden se emitió el domingo después de que se reportaran varios casos en la Ciudad Universitaria de Zhuanghe, y cientos de alumnos fueron trasladados a hoteles para hacer un seguimiento.
En tanto, más de 7.000 estudiantes que no fueron trasladados recibieron la orden de restringir la circulación y las autoridades cerraron varios espacios comunes para reducir los contactos.
Los estudiantes recibirían clases a distancia y se les repartiría las comidas a sus habitaciones. La medida era un nuevo ejemplo de la política china de tolerancia cero ante el virus, que ha trastocado las rutinas y medios de vida de la población.
Las cuarentenas, pruebas obligatorias y restricciones de viajes se han convertido en la nueva normalidad para la mayoría de la población. La tasa de vacunación está entre las más altas del mundo, y las autoridades empiezan a administrar dosis de refuerzo conforme se acerca el invierno.
Entre otras nuevas medidas, a partir del miércoles todas las personas llegadas a Beijing desde otras partes del país por avión, tren, autobús o auto debían demostrar que habían dado negativo en una prueba en las 48 horas previas.
Pese a los casos aislados en varias partes del país, China ha logrado evitar grandes brotes en el último año. Su cifra total de casos reportados es de 98.315, con 4.636 muertes.
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