“La vacuna de nuestro país puede ser líder en el mundo”, sostiene un responsable del organismo coordinador.

En medio de los grandes anuncios en torno a las vacunas occidentales contra la covid, y la aprobación esta semana en el Reino Unido de la fabricada por Pfizer, las fórmulas chinas -que meses atrás apuntaban a tomar la delantera- parecían haberse quedado rezagadas. Pero uno de los responsables del equipo coordinador en el gobierno chino ha prometido “un gran anuncio” a lo largo de las próximas dos semanas. Y que las farmacéuticas del país tendrán listas 600 millones de unidades para su distribución antes de que termine este mes.

En un seminario en la ciudad de Wuhan -el primer foco de la pandemia-, Wang Junzhi, el “número dos” del equipo de coordinación, ha prometido que “según lo planeado, habrá 600 millones de dosis de vacunas listas para su lanzamiento al mercado este año”, según publica el diario Noticias Vespertinas de Wuhan en su cuenta en las redes sociales.

En la carrera por conseguir una vacuna efectiva y segura contra el coronavirus en el menor tiempo posible, China ya cuenta con cuatro en la tercera y última fase de pruebas. Dos de ellas han sido desarrolladas por la farmacéutica estatal CNBG. La tercera, por la firma Sinovac; la última es de Cansino Biologics.

China, además, participa a través de la farmacéutica Fosun Pharma en el consorcio encabezado por la estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech.

A diferencia de las vacunas de Pfizer o Moderna, que utilizan moléculas de ARN en una técnica innovadora, las propuestas de CNBG y Sinovac han optado por la vía tradicional: el uso de restos de virus desactivados, que se inoculan en el cuerpo humano para que el sistema inmunológico reconozca la amenaza y comience a producir anticuerpos. Es el mismo método que emplea contra la gripe aviar, o que aún se utiliza mundialmente contra la polio o la gripe,

Según Wang, “como los restos de virus son lo más parecido a la estructura natural (del virus), la respuesta del sistema inmunológico es relativamente fuerte, y la vacuna es segura”. Además, el compuesto es más estable y no genera tantos problemas logísticos como los de sus competidores. A diferencia de los medicamentos de Pfizer o Moderna, que requieren temperaturas muy bajas, se puede transportar a una temperatura entre los 2 y los 8 grados centígrados. “La vacuna de nuestro país puede ser líder en el mundo”, ha sostenido.

Pero, aunque son más sencillas de transportar y fabricar, las vacunas chinas necesitan dos dosis para ser efectivas y pueden tener mayores efectos secundarios. Entre otros riesgos, algunas personas inoculadas con estas fórmulas pueden acabar contrayendo la enfermedad que se propone evitar.

Todas las vacunas chinas han debido llevar a cabo sus pruebas en humanos de la fase III en voluntarios de 16 países, en América Latina, Oriente Medio y el sureste asiático, dado que en China ya no hay suficientes casos de infección por el nuevo coronavirus como para resultar fiables. Desde mayo, tras dar por derrotado el foco de Wuhan, este país apenas ha sufrido algunos cientos de contagios locales. Oficialmente, desde que hace un año comenzó a detectar los primeros casos, se han infectado 91.000 personas, de las que han muerto 4.739.

Pese a que ninguna de las propuestas chinas cuenta todavía con el visto bueno para salir al mercado, una de ellas, desarrollada por CNBG, ya ha solicitado su aprobación. China aprobó en junio el uso de emergencia de algunas vacunas en pruebas, y desde entonces ha inoculado a personal considerado esencial, incluidos militares, conductores de transporte público o trabajadores en mercados. Sinovac ha indicado que ha administrado la fórmula al 90% de su personal por estar considerados trabajadores de riesgo. La vacuna también se ha administrado a alumnos que tenían previsto cursar sus estudios en el extranjero.

Según Sinopharm, hasta el momento -y aunque no ha recibido aún el permiso para su comercialización- su vacuna se ha inoculado ya “a cerca de un millón de personas para su uso de emergencia. No hemos recibido ningún informe sobre reacciones adversas graves, solo algunas personas han sufrido síntomas de poca importancia”, ha dicho su presidente, Liu Jingzhen.

Desde que comenzó la carrera por la vacuna, China ha asegurado que pondrá sus medicamentos a disposición de los países que lo deseen, y se ha preparado para una fabricación en masa. En una visita en septiembre a los laboratorios de Sinovac en Pekín, su consejero delegado Lin Weidong explicaba a varios medios internacionales, entre ellos EL PAÍS, que esta firma podría fabricar cerca de 300 millones de unidades anuales a partir del año próximo solo en esas instalaciones. Esta compañía prevé entregar 46 millones de su Coronavac a Brasil, 50 millones a Turquía y 40 millones de dosis de producto concentrado a Indonesia para su producción local. Cansino entregará 35 millones de su versión a México.

CNBG, que asegura que el año que viene podría fabricar mi millones de unidades de sus medicamentos, cuenta con producir cien millones de unidades en colaboración con Emiratos Árabes Unidos.

A DISPOSICIÓN DE OTROS PAÍSES

La segunda economía del mundo ha prometido también un acceso prioritario a sus vacunas a países socios, como las naciones de la cuenca del Mekong -Vietnam, Camboya, Tailandia, Laos y Myanmar-, vecinos y en su mayor parte con un débil sistema sanitario. También a participantes en su iniciativa de la Ruta de la Seda y de la Organización para la Cooperación de Shanghái, una alianza de seguridad promovida por Pekín. China se ha sumado al mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud y a la Coalición para las Innovaciones de Preparación para Epidemias (CEPI), que garantizan que los medicamentos lleguen a todos los países del mundo con independencia de su poder adquisitivo y que los productos que se distribuyen son seguros y efectivos. En mayo, el presidente chino, Xi Jinping, aseguró a la Asamblea Mundial de la Salud que China consideraría su vacuna un “bien de utilidad pública mundial” y sería la contribución de este país para “garantizar que los países en desarrollo tienen acceso a una vacuna asequible”.

// El País