El presidente de Brasil estuvo en el nordeste del país, donde cabalgó entre la multitud el mismo día que la primera dama anunció su contagio de coronavirus.
El día que la primera dama de Brasil, Michelle Bolsonaro, anunció que le habían diagnosticado covid-19, su marido, Jair Bolsonaro, retomó un guion conocido desde que empezó la pandemia —y que había suspendido cuando él mismo dijo haber contraído el virus—: viajó 2.500 kilómetros, visitó dos ciudades del interior de la región del noreste y, de nuevo, provocó aglomeraciones. Quitándose la máscara en diversas ocasiones, el presidente tocó las manos de la gente y conversó con algunas personas. Por la noche, en un mensaje en redes sociales, Bolsonaro dijo que había contraído una infección pulmonar, fruto del confinamiento que atravesó para superar la infección.
Las tres semanas de distanciamiento social que siguieron tras el contagio no lo han hecho cambiar de actitud. Bolsonaro volvió a ser Bolsonaro. Incumplió las recomendaciones de distanciamiento social de las autoridades sanitarias y procedió como si estuviese en mitad de una campaña electoral. Este jueves, Brasil alcanzó las 91.263 muertes por coronavirus y los 2,6 millones de infectados. El país mantiene un ritmo acelerado, tanto de infecciones como de fallecimientos, y se prevé que llegue a los 100.000 muertos por la pandemia la semana que viene.
Durante su visita a los Estados de Piauí y Bahía, el presidente cabalgó entre el público con un sombrero de cuero típico de la zona, encarnando una especie de “rey del ganado”, por usar la imagen de la telenovela de los años 1990 de la cadena TV Globo. También inauguró un sistema de abastecimiento de agua, visitó el Parque Nacional Serra da Capivara, el Museo Arqueológico y el Museo de la Naturaleza, ambos centros turísticos de la zona.
Durante su recorrido, Bolsonaro tuvo gestos elogiosos hacia la única región en la que perdió las elecciones presidenciales de 2018 y en la que peor le valoran (un 24% lo considera excelente o bueno, mientras que la media en el país es del 30%, según la más reciente encuesta XP). “Sois personas iguales a las de las otras regiones de nuestro Brasil”, proclamó. “Somos todos iguales, somos un solo pueblo, una sola raza, y tenemos un solo objetivo: Brasil por encima de todos”, dijo a sus seguidores.
“Moho en los pulmones”
Por la noche, en su tradicional directo semanal en Facebook, citó su viaje y dijo que “ayudó” a la población local. No comentó el contagio de su esposa. Sobre la pandemia en sí, Bolsonaro se limitó a decir que Brasil forma parte del acuerdo de países con la Universidad de Oxford para producir la vacuna. “Todo indica que funcionará. Nos mandarán 100 millones de unidades. Y no, no es de ese país [China]. Es de Oxford”, dijo el presidente, que copia a Donald Trump en la retórica anti-China, especialmente cuando habla directamente con sus seguidores más radicales.
Luego habló de su recuperación de la covid-10 y reveló que se está tratando una infección en los pulmones, sin dar más detalles: “Acabo de hacerme un análisis de sangre, ayer me sentí un poco débil, me encontraron incluso un poco de infección también. Ahora estoy con antibióticos, debe ser… ahora, después de 20 días metido en casa, uno coge otros problemas. He cogido moho, moho en los pulmones.”
Las escenas que se vieron en la región del noreste se repetirán este viernes en el sur del país. Su objetivo es crear una agenda positiva con inauguraciones de obras todos los meses. El presidente viajará a Rio Grande do Sul, estado en el que la pandemia está en aumento —alcanzó los 1.825 fallecimientos esta semana—. Uno de los 66.473 habitantes contaminados de dicho Estado es su gobernador, Eduardo Leite, del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña).
Bolsonaro tenía previsto asimismo acudir la próxima semana a la región del Vale do Ribeira, en São Paulo, donde se crio. Pero tuvo que posponer el viaje porque el gobernador paulista y exaliado político, João Dória, del Partido de la Social Democracia Brasileña, anunció que decretaría zona roja a la región debido a la pandemia. En esa fase están prohibidos los actos públicos. El gobernador es un potencial adversario de Bolsonaro para las elecciones de 2022.
El presidente anunció que contrajo la covid-19 el 7 de julio y, el día 25 de ese mes, aseguró que ya no padecía de la enfermedad. Siempre que pudo, Bolsonaro hizo alusión al tratamiento con cloroquina, medicamento cuya eficacia no está probada. Volvió a hacerlo este jueves, en su directo semanal, cuando dijo que otros dos ministros que también tuvieron la enfermedad, Onyx Lorenzoni (Ciudadanía) y Milton Ribeiro (Educación), se sintieron bien después de tomar el remedio.
La insistencia de Bolsonaro con el fármaco que trata la malaria ha llevado al Ejército a producir miles de píldoras, y el propio Ministerio de Sanidad ha pasado a recomendar su uso. Este jueves, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su férreo opositor, aprovechó una conversación con varios corresponsales extranjeros para provocar: “Creo que Bolsonaro se inventó lo de que estaba infectado para hacer publicidad del medicamento”.
Conducta negacionista
En las primeras agendas externas que cumplió tras decir que se había curado, Bolsonaro aseguraba haberse sensibilizado en cuanto a los cuidados con las demás personas. Al encontrarse con sus simpatizantes en la entrada del Palacio de la Alvorada, les pidió que se mantuviesen distantes de él. Afirmó que no saludaría a nadie tocándole las manos.Y siguió poniéndose la mascarilla. Sin embargo, no tardó mucho en volver a su viejo estilo. Antes de viajar al noreste, siguió participando en reuniones con autoridades y personalidades en el Palacio del Planalto, sede del Ejecutivo, sin ningún equipo de protección individual.
La conducta negacionista del mandatario con relación al virus es objeto de críticas desde hace meses porque, aparte de a él mismo y a sus familiares, pone a menudo en riesgo de contagio a funcionarios, simpatizantes e incluso transeúntes.
// El País