Los científicos sostienen que el tratamiento tiene una capacidad de neutralizar el virus 50 veces mayor que el promedio del plasma de convalecientes
Para desencadenar la covid-19, el virus SARS-CoV-2 infecta las células del pulmón y otros órganos a través de una proteína que se une a un receptor. Ese pedazo del virus (el dominio de unión al ligando, RBD) fue inoculado por científicos argentinos a caballos, que generaron altas dosis de anticuerpos con capacidad de neutralizar la entrada del virus a las células, según se demostró en estudios in vitro. Tras obtener el visto bueno de la agencia reguladora argentina (Anmat), el suero hiperinmune equino ha comenzado a ser utilizado esta semana en un ensayo clínico en pacientes con covid-19 hospitalizados en Buenos Aires. Los autores del ensayo confían en que los resultados —que se conocerán entre octubre y noviembre— sean exitosos y contar así con un nuevo tratamiento terapéutico contra la covid-19.
“El equino es una biofábrica. Con muy pocos caballos se puede obtener mucho suero”, destacó Fernando Goldbaum, director científico de la empresa Inmunova e investigador del Conicet en un encuentro virtual con corresponsales extranjeros. La eficacia del suero hiperinmune para frenar la entrada del coronavirus a las células es unas 50 veces mayor que el plasma [de convalecientes]”, asegura Goldbaum a partir de la experiencia obtenida en laboratorio. La otra gran ventaja, señala, es que no requiere donaciones de pacientes recuperados de la covid-19 sino que se obtiene de animales.
Aproximadamente un mes después de inyectar la proteína “pico” recombinante del SARS-CoV-2 a los caballos y generar una respuesta inmune, se les extrae plasma. Los anticuerpos son sometidos a un proceso de purificación y procesamiento para obtener fragmentos de alta pureza que son los que se usan en el tratamiento sometido ahora a prueba.
Según la responsable de investigación clínica de Inmunova, Mariana Colonna, 242 pacientes de la covid-19 moderados y graves —sin necesidad de asistencia respiratoria ni ingresados en terapia intensiva— participarán del ensayo de forma voluntaria en casi una veintena de centros médicos de Buenos Aires y su extrarradio. Los enfermos recibirán dos dosis de suero hiperinmune: una en el momento del diagnóstico y la otra 48 horas después, una vez se compruebe que no existe una reacción alérgica u otro efecto secundario indeseado. El ensayo clínico se prolongará durante 28 días, especificó Colonna.
La hipótesis de los investigadores es que el suero hiperinmune equino ayudará a bajar la replicación viral y, por tanto, se espera que detenga el empeoramiento del cuadro del paciente y evite su ingreso en terapia intensiva. Además, confían en que durante las dos semanas en las que el organismo estará protegido por la inmunidad de los fragmentos de anticuerpos inyectados, logre desarrollar su propia respuesta inmune a la covid-19. El éxito o fracaso del tratamiento se conocerá en el plazo de tres meses.
Los sueros hiperinmunes se producen desde hace décadas, en especial como antídotos de venenos de serpientes y alacranes. Según Goldbaum, su equipo pudo avanzar con rapidez en la autorización de ensayos clínicos para tratar la covid-19 porque cuando apareció la pandemia ya trabajaban con esa técnica contra el síndrome urémico hemolítico. Una empresa costarricense y otra brasileña trabajan también en el desarrollo de terapias similares, dijo.
De ser exitoso, el suero hiperinmune podría producirse a escala y contar con decenas de miles de dosis antes de fin de año, según Linus Spatz, director de Inmunova, empresa perteneciente al conglomerado químico-farmacéutico del grupo Insud.
Desde el inicio de la pandemia, Argentina ha volcado gran parte de sus recursos científicos en la investigación de la covid-19. El infectólogo y pediatra Fernando Polack encabeza un ensayo clínico sobre plasma de convalecientes, la viróloga Andrea Gamarnick lidera el equipo que desarrolló los primeros tests serológicos nacionales para detectar la presencia de anticuerpos en sangre y el biólogo Adrián Vojnov está al frente de los científicos argentinos que crearon la primera prueba rápida de diagnóstico del virus SARS-CoV-2, con una tecnología más veloz y simple que la PCR.