Genera optimismo en la población de Alto Paraguay la afirmación del futuro ministro de Salud, doctor Julio Mazzoleni, de que las mejoras de los servicios en el departamento figuran como una de las prioridades del nuevo gobierno que asumirá el 15 de agosto. La zona soporta años de abandono.
“Hay varias zonas del país que tienen problemas acuciantes, críticos, pero te diría que la zona del Alto Paraguay y norte de la región Oriental son zonas que me quitan el sueño y en las que querríamos intervenir lo antes posible”, afirmó el viernes en entrevista con ABC Cardinal el futuro ministro de Salud, doctor Julio Mazzoleni.
A finales de mayo último, Mazzoleni visitó el Hospital Regional de Fuerte Olimpo en compañía del presidente electo Mario Abdo Benítez. Sus últimas expresiones y la vista a la zona generaron esperanzas y optimismo.
Esperan que con el nuevo gobierno se revierta la crítica situación de los servicios de salud pública.
El obispo del Vicariato del Chaco, monseñor Gabriel Escobar, también expresó que ve con buenos ojos esta preocupación de las nuevas autoridades que asumirán el 15 de agosto sobre la situación de crisis del sistema de salud pública.
La precariedad de las dependencias sanitarias ya costó numerosas vidas de pacientes.
El propio obispo del Chaco se encargó de impulsar la formación de una comisión denominada “Fuerzas vivas del departamento de Alto Paraguay” para exigir mayor inversión en las áreas de salud y vialidad, que está integrada por las principales autoridades y referentes del Alto Chaco.
En reiterados comunicados emitidos por el grupo y enviados a las autoridades del actual Gobierno central enumeraron los problemas diarios que deben soportar los pobladores de la región.
Los hospitales de la región carecen de infraestructura adecuada, personal de blanco capacitado y de médicos especialistas. Debido a esta penosa realidad es una constante la derivación de pacientes a hospitales de Pedro Juan Caballero, Concepción o Asunción.
El caso más dramático fue el que le tocó vivir a Margarita Millán (32), que se encontraba en su séptimo mes de embarazo y debido a la precariedad del sistema de salud pública de Fuerte Olimpo perdió a su primer hijo y también la posibilidad futura de concebir.
Sufrió desprendimiento de placenta y debido a la larga odisea del viaje por agua y tierra durante la evacuación que duró más de 15 horas hasta el Hospital Regional de Pedro Juan Caballero, sufrió una infección que casi le costó la vida. Los médicos tuvieron que vaciarle el útero.