Ayer se realizó la sexta jornada del juicio oral a los ocho acusados por la muerte de Fernando Báez Sosa, el joven hijo de paraguayos, que fue asesinado a golpes frente a una discoteca en Villa Gesell, Argentina, el pasado 18 de enero de 2020.

Siguen declarando los testigos y uno de ellos fue Tomas D’Alessandro, amigo de Fernando, quien aseguró que los acusados actuaron con odio y brutalidad.

Señaló que uno de los jóvenes que están en el banquillo de los acusados arengaba al resto para que golpeen a la víctima.

Como ya dijeron otros testigos del caso, el joven también se refirió a palabras de tinte racista por parte de los agresores. “A ver si volvés a pegar, negro de mierda”, fue otra de las frases que habría escuchado.

Máximo Thomsen (23); Luciano Pertossi (21); Ciro Pertossi (22), Lucas Pertossi (23), Ayrton Viollaz (23), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23) y Blas Cinalli (21), son los que comparecen en la sala de audiencias ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal de la localidad de Dolores, de la provincia de Buenos Aires.

Ayer por primera vez desde que empezó el juicio, el pasado 2 de enero, se permitió el ingreso de camarógrafos y fotógrafos de los medios que cubren las audiencias con amplio destaque.

Con la mirada perdida y visiblemente asustados, los jóvenes que jugaban al rugby en un equipo de Zárate, Argentina, siguieron los pormenores del juicio.

Los mismos se exponen a reclusión de por vida o cadena perpetua, según publicaron los medios del vecino país.

“UN ACCIDENTE”. Cuando le tocó el turno de declarar a Bernardo Ditges, dirigente del club donde estaban los supuestos victimarios, trató de minimizar el caso, señalando que se trató de un accidente. “Peleas hubo, hay y va a seguir habiendo”, sentenció para luego advertir que, en su opinión, hay una “condena social” sobre los jóvenes.

Se quejó de una supuesta presión mediática para que los deportistas sean condenados y la pena sea ejemplar.

Fernando José Báez Sosa fue asesinado a golpes de puño y patadas que le provocaron un paro cardíaco debido a un shock neurogénico inducido, producido por traumatismo grave de cráneo.

De acuerdo con la investigación, las personas que lo atacaron fueron grabadas con cámaras de teléfonos celulares de testigos. Luego de golpearlo, fueron a cambiarse de ropa y se abrazaron para conmemorar la “hazaña”. Luego fueron a comer hamburguesa, como si nada hubiera pasado.

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